Werther
Veterano
- Registro
- 16 Mar 2004
- Mensajes
- 1.805
- Reacciones
- 3
No sé por qué pero cada vez estoy más convencido de que la vida es un tránsito. Un camino cuesta arriba por el que caminamos despacio, paso a paso, derramando muchas gotas de sudor, y un manantial de lágrimas.
A menudo me pregunto por la finalidad de los instintos, del deseo de comer, beber, realizar el acto sexual, etc., y la única respuesta que hallo es el evitar la muerte. Deseamos comer para no morir de inanición, beber para no morir de deshidratación, satisfacer el instinto sexual para perpetuarnos más allá de la muerte, quimera que la propia naturaleza nos hace creer como posible, cuando lo cierto es que después del último sueño se extingue nuestro ser.
Mediante los instintos la naturaleza prevalece sobre la muerte, de ahí que sean tan irresistibles. El más violento e inquebrantable es el instinto contra la propia destrucción del ser, esto es, el del miedo a morir y le sigue el deseo de trascender la propia vida, dejando huella de nuestra existencia en la de otro ser.
Para mí, los instintos son meros engaños de la vida, por deseo de vivir, y tal vez superándolos sea la única manera de superarse a uno mismo y encontrar aquello que llaman felicidad, porque no es posible ser feliz viviendo en una mentira.
Cuando alguien tiene una visión del ser tan especial, es difícil que se sienta atraído por otra persona, puesto que siempre concebirá la relación como un engaño, y el amor del otro como una mentira. Y tal vez sólo la mirada de unos ojos nobles de verdad, puedan hacerle creer que el equivocado es él y trasmutar en su interior lo que siente como una verdad trágica.
A menudo me pregunto por la finalidad de los instintos, del deseo de comer, beber, realizar el acto sexual, etc., y la única respuesta que hallo es el evitar la muerte. Deseamos comer para no morir de inanición, beber para no morir de deshidratación, satisfacer el instinto sexual para perpetuarnos más allá de la muerte, quimera que la propia naturaleza nos hace creer como posible, cuando lo cierto es que después del último sueño se extingue nuestro ser.
Mediante los instintos la naturaleza prevalece sobre la muerte, de ahí que sean tan irresistibles. El más violento e inquebrantable es el instinto contra la propia destrucción del ser, esto es, el del miedo a morir y le sigue el deseo de trascender la propia vida, dejando huella de nuestra existencia en la de otro ser.
Para mí, los instintos son meros engaños de la vida, por deseo de vivir, y tal vez superándolos sea la única manera de superarse a uno mismo y encontrar aquello que llaman felicidad, porque no es posible ser feliz viviendo en una mentira.
Cuando alguien tiene una visión del ser tan especial, es difícil que se sienta atraído por otra persona, puesto que siempre concebirá la relación como un engaño, y el amor del otro como una mentira. Y tal vez sólo la mirada de unos ojos nobles de verdad, puedan hacerle creer que el equivocado es él y trasmutar en su interior lo que siente como una verdad trágica.