La prostitución no era ningún problema, y nadie reclamaba que se tomara ninguna acción para prohibir su consumo. Se podía vivir perfectamente así, y, si acaso, las únicas voces que se oían era la de la legalización de la misma. Desde hacía décadas si alguien hablaba de tocar su estatus lo hacía para equipararla a una profesión normal, para que pagaran sus autónomos y para que tuvieran su seguridad social y sus análisis en orden.
Y de repente llegan estas putas locas y porque dentro de su marco feminista y moralista esto está feo y es machista y patriarcal, cogen y lo prohíben, cosa que nadie reclamaba. Que han decidido que está mal, que es amoral y que por tanto va a ser también ilegal. Y te lo ponen en negro sobre blanco y lo llevan al congreso y hale, ahí que van con todo y lo van a ilegalizar porque sí, sin que sea una demanda real de la sociedad y en contra de la demanda, mucho más mayoritaria, de su legalización y regulación.
Es sorprendente lo rápido que lo han hecho, lo poco que les ha costado y cómo lo van a prohibir. Han dicho "a por esto" y en cuanto se han puesto lo han conseguido en cuestión de meses, sin debate siquiera, saltándose las décadas de debate real, que era como digo el de legalizarla. Sin debate, sin anestesia, te lo comes sin sal ni nada. Pum. Hecho.
Menos mal que estas putas psicópatas no van a volver a tocar pelo nunca más, porque de llegar un día en el que llegasen al poder real tendríamos al día siguiente prohibido todo lo que en su concepción moralista feminista esté mal: las putas, el porno y por ahí todo seguido. Es como si llegaran los talibanes poniendo burkas y decretando el rezo obligatorio, pero en forma de amargada pelimorada y en vez de islam, feminismo.