Almirante cuéntanos que te hizo decidirte a dejarlo por favor. Cuentanos tu caso
Despertarme en pelotas a las dos de la tarde en una casa de alguien que no conocía con la visión de un conejo (literal) royendo los barrotes de una jaula. Creo que se me pasó la mierda de golpe al ver los ojos del puto bicho. No sabía cómo había llegado hasta allí, en serio. Lo mejor de todo es que estaba a tomar por culo, era noviembre (pero de verdad, no como ahora), yo iba vestida de perracah y no sabía ni volver. Tampoco llevaba para taxis. Me dio tiempo de pensar en ese paseo.
Cuando llegué a casa y vi a mi madre llorando y a mi padre con los ojos rojos de la ira, puse ahí el tope de decadencia. Mi decadencia es mía y de las personas que quieran entrar en el juego, punto. Ahora dejo que mis seres queridos piensen que me he adaptado a los rigores de la vida. Y en cierto modo es verdad. Tengo una máscara, pero no para protegerme yo, sino para protegerlos a ellos.
Ya sólo bebo en viajes y ocasiones especiales, poco y por compromiso, porque de hecho creo que dejó de gustarme. Aún tengo el regusto a vodka en la pituitaria.
Las benzos y esas mierdas son mucho más discretas, divertidas y además son productivas. Si te quedas despierto se te ocurren cosas chulas. Lo malo es que luego no te acuerdas. Hay que dejarlo todo por escrito.
Se me olvidaba, conozco alcojólicos yayunos de toda la puta vida que lo dejaron tarde y ya llevan más de una década sin probar gota. Y fue por razones parecidas:
el momento. Hasta que no llega
el momento no hay claridad.