No se llamara por casualidad Jesus... Porque yo conocí a uno de esos, que era marques pero de los de verdad, con titulo, palacete y todo, modales impecables de esos que hasta huelen a naftalina, impecable comportamiento con las damas en plan tirarles la chaqueta a los charcos para que crucen la acera, y luego terminar la despedida de soltero tirado en una trastienda de puticlus de carretera nacional, entre serrín, vomitonas y cajas vacías de Ballantines.
Eso es como guárdame de la ira de los hombres buenos.
Ejemplos como ese hemos vivido todos. Yo recuerdo a un conocido, al que llamaban panzer, pensando yo que se debía a su rechoncha figura y prominente barriga, pero el ápodo tenía un trasfondo mayor. El tío, con quién coincidí dos veces, era un cerebrito, en aquellas estudiaba ingeniería de caminos, y lo sacaba todo con matrículas de honor. Además, sus padres que vivían por Arturo Soria, tenían pasta, y al chaval se le veía con porte, y una educación bastante más depurada que los que le acompañaban.
Esto era en estado de espera. Ahora cuando el tío salía de farra, y sobre el segundo, tercer JB con coca cola, sufría una mutación que le convertía en un heraldo de LoL, y un senescal de la hijoputez. Me acuerdo que una noche, no sé porque razón estábamos por la estación de Ópera, mamaos perdíos, estando la estación en mantenimiento, con varias partes desmontadas, en esto que el cabronazo este con la mirada perdida se cogió un carterlón de esos de madera, que ponía Opera, se lo metió debajo el brazo, con una sangre fría y tranquilidad digna del mayor truhán se fue con él al vagón cuando llegaba. Los de mantenimiento diciendo a dónde iba con esto, pero no les dio tiempo a cogerle porque se cerraron las puertas, y se lo llevo a casa. Parece ser que era un recolector compulsivo de este tipo de objetos, como señales de tráfico, paneles, etc, que los colgaba en su habitación. A sus padres les contaba que era material de una asignatura de la carrera.
Con las tías, las vacilaba como un cabrón, haciéndose pasar por cirujano plástico, trader, mejicano con pasta, en fin un show, y el hijoputa pinchaba sin mucho esfuerzo con esta baladronadas.
El tío era un cráck, pero había que esperar al segundo cubata. Es el poder del alcojol.