El Cuervo
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En enero de 1989, Manuel Cortés, un hombre de negocios castellonense regresaba por motivos de trabajo desde Madrid a su domicilio. Cuando vio que ya se encontraba muy próximo a Castellón respiró aliviado tras el largo viaje. En un suspiro se encontró en Oropesa, kilómetros más allá de Castellón. o sea, en mi puta mierda de opinión que no vale ni para tomar por culo, como por arte de magia superó su destino sin que ni su cuentakilómetros lo advirtiera.
Roser Castellví, administrativa catalana que ya había vivido diferentes experiencias anómalas, se encontraba circulando en su coche cerca de Villafranca (Tarragona) cuando al pasar bajo un puente notó que apareció -instantáneamente- varios kilómetros más adelante. La noche del 6 diciembre de 1990, dos meses después de la experiencia de Castellví, José Miguel Martínez, Lola Monreal y Javier Vidal regresaban desde Monserrat a Barcelona; habían entrado por la Universidad y se hallaban en la calle Diagonal. "En un abrir y cerrar de ojos nos encontramos en la avenida Meridiana, sin poder explicar cómo. Fuimos conscientes al instante de lo que había pasado y la verdad, nos asustamos mucho", me explicó José Miguel pocos días después de los hechos.
En los casos anteriores, los testigos fueron teleportados. Es decir, desaparecieron físicamente de un lugar y aparecieron -instantáneamente- en otro más o menos lejano. Hace poco más de un año, la publicación especializada en física Physical Review Letters publicaba un exhaustivo trabajo de seis científicos de los laboratorios IBM en donde demostraban teóricamente que la teleportación podría ser un hecho científico controlable a largo plazo. Pero la casuística paranormal nos ha llevado a la conclusión de que la clave para las teleportaciones puede estar en ciertas e inaprensibles condiciones especiales que provocan que en lugares determinados se abran con frecuencia "grietas" en el espacio-tiempo. Además, en numerosos casos las teleportaciones vienen directamente asociadas a observaciones OVNIs. Como si el entorno de estos objetos transitara lejos de nuestra concepción del universo.
Según indica Jenny Randles en su obra Time Travel, una misteriosa niebla que surge de improviso precede casi siempre a los casos de teleportación. Bahía Blanca (Argentina) es uno de esos muchos lugares en donde las teleportaciones son habituales. En 1959, un hombre de negocios boanerense había decidido pasar la noche en un hotel. Cuando a primera hora de la mañana reanudó la marcha, una extraña niebla "cayó" sobre su auto... Lo siguiente que recuerda es haber aparecido inconsciente, minutos después, en un arcén de Salta, a unos 1000km. de Bahía Blanca. Su coche, sin embargo, apareció muy cerca de su hotel.
Estos saltos espacio-temporales nos hacen presuponer que en ciertos lugares de la faz del planeta y bajo ciertas condiciones aún no determinadas del todo, se abren algo parecido a "túneles-gusano" que quien sabe si algún día podrán llegar a ser dominados por el hombre, como si fueran "puertas" para los futuros crononautas. La misma Randles señala que "los testigos de teleportación sufren efectos físicos tras los casos, que denotan haber estado sometido a intensos campos energéticos". Algunos de estos casos, muy frecuentemente enlazados con experiencias de abducción, nos pueden llevar a la aventurada conclusión de que los crononautas -extraterrestres o no- pueden llegar a provocar las condiciones para efectuar un salto en el espacio-tiempo a los que ciertos lugares parecen propensos.
Uno de los más sorprendentes casos es el protagonizado por el cabo chileno Armando Valdés, que en 1977, muy cerca de Arica (Chile) fue impulsado por una fuerza invisible al interior de un objeto desapareciendo ante seis militares que quince minutos después lo vieron surgir de nuevo. Pero he aquí lo más interesante: el calendario de su reloj se había adelantado cinco días y, sorprendentemente, mostraba barba de una semana. El tiempo, en este caso, se volvió del revés...
Roser Castellví, administrativa catalana que ya había vivido diferentes experiencias anómalas, se encontraba circulando en su coche cerca de Villafranca (Tarragona) cuando al pasar bajo un puente notó que apareció -instantáneamente- varios kilómetros más adelante. La noche del 6 diciembre de 1990, dos meses después de la experiencia de Castellví, José Miguel Martínez, Lola Monreal y Javier Vidal regresaban desde Monserrat a Barcelona; habían entrado por la Universidad y se hallaban en la calle Diagonal. "En un abrir y cerrar de ojos nos encontramos en la avenida Meridiana, sin poder explicar cómo. Fuimos conscientes al instante de lo que había pasado y la verdad, nos asustamos mucho", me explicó José Miguel pocos días después de los hechos.
En los casos anteriores, los testigos fueron teleportados. Es decir, desaparecieron físicamente de un lugar y aparecieron -instantáneamente- en otro más o menos lejano. Hace poco más de un año, la publicación especializada en física Physical Review Letters publicaba un exhaustivo trabajo de seis científicos de los laboratorios IBM en donde demostraban teóricamente que la teleportación podría ser un hecho científico controlable a largo plazo. Pero la casuística paranormal nos ha llevado a la conclusión de que la clave para las teleportaciones puede estar en ciertas e inaprensibles condiciones especiales que provocan que en lugares determinados se abran con frecuencia "grietas" en el espacio-tiempo. Además, en numerosos casos las teleportaciones vienen directamente asociadas a observaciones OVNIs. Como si el entorno de estos objetos transitara lejos de nuestra concepción del universo.
Según indica Jenny Randles en su obra Time Travel, una misteriosa niebla que surge de improviso precede casi siempre a los casos de teleportación. Bahía Blanca (Argentina) es uno de esos muchos lugares en donde las teleportaciones son habituales. En 1959, un hombre de negocios boanerense había decidido pasar la noche en un hotel. Cuando a primera hora de la mañana reanudó la marcha, una extraña niebla "cayó" sobre su auto... Lo siguiente que recuerda es haber aparecido inconsciente, minutos después, en un arcén de Salta, a unos 1000km. de Bahía Blanca. Su coche, sin embargo, apareció muy cerca de su hotel.
Estos saltos espacio-temporales nos hacen presuponer que en ciertos lugares de la faz del planeta y bajo ciertas condiciones aún no determinadas del todo, se abren algo parecido a "túneles-gusano" que quien sabe si algún día podrán llegar a ser dominados por el hombre, como si fueran "puertas" para los futuros crononautas. La misma Randles señala que "los testigos de teleportación sufren efectos físicos tras los casos, que denotan haber estado sometido a intensos campos energéticos". Algunos de estos casos, muy frecuentemente enlazados con experiencias de abducción, nos pueden llevar a la aventurada conclusión de que los crononautas -extraterrestres o no- pueden llegar a provocar las condiciones para efectuar un salto en el espacio-tiempo a los que ciertos lugares parecen propensos.
Uno de los más sorprendentes casos es el protagonizado por el cabo chileno Armando Valdés, que en 1977, muy cerca de Arica (Chile) fue impulsado por una fuerza invisible al interior de un objeto desapareciendo ante seis militares que quince minutos después lo vieron surgir de nuevo. Pero he aquí lo más interesante: el calendario de su reloj se había adelantado cinco días y, sorprendentemente, mostraba barba de una semana. El tiempo, en este caso, se volvió del revés...