Llevo 16 cientos de posts (es que hablo inglés, ¿sabes?) y aún no he escrito ningún relato como uno de esos que están causando estragos entre los lectores más fieles de la población foral.
Pues por eso sacaré filo a mi teclado para insinuar breves recuerdos de mi ya lejana infancia.
Yo nací en Rosario, Argentina, país que en este momento no es el más rico del planeta, y, cuando yo era un chavalín, tampoco lo era.
Me fui a vivir a Italia cuando tenía 12 años, así que esos momentos mágicos de descubrimiento y admiración de lo ajeno los pasé principalmente a orillas del río Paraná, en el profundo "Cono Sur". (Por cierto, cono sin ñ es geometría.)
Pues, como en la mayor parte del tercer mundo, en vez de valorar lo autóctono, la gente tiende a hacer copias chapuceras y mal logradas de los peores estereotipos de los países ricos. Y se da el caso, casi siempre, que el modelo a copiar sea el estadounidense que, como si no te jodiera indirectamente a través de la política internacional, te jode directamente por los usos y costumbres que intentan imponerte día a día.
Una de las manifestaciones más grotescas de este pandemonio (anti)cultural es el Catch, como deporte, nacional.
Nuestro wrestling se llamana, simplemente, "Titanes en el Ring", y en vez del enorme y musculosos Hulk Hogan, teníamos un bajito, feo, gordete e insignificante Martín Karadajián, quien al ser anunciado por el presentador, provocaba auténticas ovaciones por parte de un público infantil y, tristemente, a veces adolescente también.
Por supuesto, el suyo era siempre el último encuentro y sabíamos de antemano que iba a gabar, ya se enfrentase a la temible "Momia" o al corrupto "Ejecutivo":
(Al pobre Karadajián le pegaba el padre, estuvo en cárcel, casi se muere y terminó con una pierna amputada, pero esa no es la historia principal.)
Pues este circo del cuadrilátero, como todos sus relativos, estaba principalmente dividido en el bando de los buenos y en el de los malos.
Todos queríamos la victoria de los buenos, y nunca confesábamos que alguno de los malos nos gustaban también.
Los personajes, evidentemente, eran personas que no gozaban de muy alto rédito y se prestaban a cualquier cosa con tal de llevar unos pesos más a casa. De ahí que naciesen personajes de aspecto tan deleznable como:
Gengis Kan (Timuyín), (Conquistador Mongol, también llamado el "Pollerudo")
El Coreano Sun, que probablemente por tener más sangre indígena argentina, tenía ojos achinados, pero que carecía seguramente de genes asiáticos:
E incluso, para no olvidar las orígenes inmigrantes argentinas, Boo, el Vasco Guipuzcoa:
En Argentina las cosas siempre se han hecho mirando hacia afuera y los resultados son evidentes.
Por eso esta vez os invito a reir un rato, apelando a vuestro cazafreakismo, echando un vistazo a algunos de los personajes que acompañaron mi infancia y la de muchos otros sudacas como yo, allá por los años '80.
Los mejores están aquí: https://www.titanesenlared.com.ar/luchadores.htm
Feliz cacería.
Pues por eso sacaré filo a mi teclado para insinuar breves recuerdos de mi ya lejana infancia.
Yo nací en Rosario, Argentina, país que en este momento no es el más rico del planeta, y, cuando yo era un chavalín, tampoco lo era.
Me fui a vivir a Italia cuando tenía 12 años, así que esos momentos mágicos de descubrimiento y admiración de lo ajeno los pasé principalmente a orillas del río Paraná, en el profundo "Cono Sur". (Por cierto, cono sin ñ es geometría.)
Pues, como en la mayor parte del tercer mundo, en vez de valorar lo autóctono, la gente tiende a hacer copias chapuceras y mal logradas de los peores estereotipos de los países ricos. Y se da el caso, casi siempre, que el modelo a copiar sea el estadounidense que, como si no te jodiera indirectamente a través de la política internacional, te jode directamente por los usos y costumbres que intentan imponerte día a día.
Una de las manifestaciones más grotescas de este pandemonio (anti)cultural es el Catch, como deporte, nacional.
Nuestro wrestling se llamana, simplemente, "Titanes en el Ring", y en vez del enorme y musculosos Hulk Hogan, teníamos un bajito, feo, gordete e insignificante Martín Karadajián, quien al ser anunciado por el presentador, provocaba auténticas ovaciones por parte de un público infantil y, tristemente, a veces adolescente también.

Por supuesto, el suyo era siempre el último encuentro y sabíamos de antemano que iba a gabar, ya se enfrentase a la temible "Momia" o al corrupto "Ejecutivo":


(Al pobre Karadajián le pegaba el padre, estuvo en cárcel, casi se muere y terminó con una pierna amputada, pero esa no es la historia principal.)
Pues este circo del cuadrilátero, como todos sus relativos, estaba principalmente dividido en el bando de los buenos y en el de los malos.
Todos queríamos la victoria de los buenos, y nunca confesábamos que alguno de los malos nos gustaban también.
Los personajes, evidentemente, eran personas que no gozaban de muy alto rédito y se prestaban a cualquier cosa con tal de llevar unos pesos más a casa. De ahí que naciesen personajes de aspecto tan deleznable como:
Gengis Kan (Timuyín), (Conquistador Mongol, también llamado el "Pollerudo")

El Coreano Sun, que probablemente por tener más sangre indígena argentina, tenía ojos achinados, pero que carecía seguramente de genes asiáticos:

E incluso, para no olvidar las orígenes inmigrantes argentinas, Boo, el Vasco Guipuzcoa:

En Argentina las cosas siempre se han hecho mirando hacia afuera y los resultados son evidentes.
Por eso esta vez os invito a reir un rato, apelando a vuestro cazafreakismo, echando un vistazo a algunos de los personajes que acompañaron mi infancia y la de muchos otros sudacas como yo, allá por los años '80.
Los mejores están aquí: https://www.titanesenlared.com.ar/luchadores.htm
Feliz cacería.