Este afoto, y los otros que ha ido poniendo el albino lánguido a lo largo de los fracachat, esconden un infierno. Nos contó que se había casado y afeitado, pero cuando veo esa comida grasienta en una bandeja de servicio a domicilio, encima de una cama sobre un edredón apolillado, subiéndolas a los fracachás como quien sube a su instagram el daiquiri que le preparan en el complejo hotelero de la Riviera Maya como el sumun del exotismo y la sofisticación. Cuando comparte con todos nosotros ese momento es por algo; y ese algo no es algo bueno.
Pa mí que este paliducho se quedó sin trabajo en su Oviedo natal, por ser un incompetente, y ha tenido que salir fuera de casa a algún sitio de mala muerte a ganarse la vida y vive en alguna pensión u hostal barato mientras le manda dinero a la parienta para los putos zapatos. O bien, se ha separado y la mujer se ha quedado con la casa y las niñas y él se ha quedado con la obligación de pasar la pensión esa de manutención y con un contrato de arrendamiento en algún piso de alguna zona pobre de su pueblo, que es desde donde manda los afotos compartiendo con todos nosotros su tristeza de vida y recordando sus andanzas de juventud cuando según él se drogaba, menos sería, y era feliz.
Uno solo se acuerda de cuando era feliz cuando ha dejado de serlo, y este desteñido vive como un perro abandonado en una perrera sin nadie que le sobe el lomo ni le saque a hacer pipi y popo.