Voy a hablar desde mi propia experiencia, teniendo en cuenta que hace mucho que vivo personalmente lo que aquí se discute. Creo que el mayor problema de la diferencia de edad es la distancia generacional, algo que, bien mirado, tampoco es decisivo en según qué casos cuando planteamos una relación entre dos personas.
La diferencia generacional se puede advertir en cuestión de aficiones, gustos o modas, pero no en nada que sea fundamentalmente esencial: los seres humanos somos seres humanos y desde hace siglos compartimos unos sentimientos y emociones determinados que son casi atemporales: el cariño, el afecto, la ternura, el amor, la ayuda mutua, la comprensión, el deseo, el sexo, etc., son aspectos esenciales que están ahí, que existen, independientemente de la diferencia de edad.
Si dos personas se atraen, las distancias que pueden generar usar un determinado tipo de ropa, ir a un determinado tipo de espectáculos o preferir un determinado tipo de música o de lectura a otro son aspectos poco o nada relevantes. Vivimos demasiado de cara al aspecto externo, y olvidamos con frecuencia que en el fondo somos muy semejantes en lo básico.
¿Qué puede importarme a mí, en esencia, la música que pueda disfrutar mi pareja a solas o que verdaderamente le gusta? ¿No existen acaso aspectos mucho más serios, importantes y trascendentales que eso? Aunque no me agrade especialmente, ¿qué importancia tiene que pueda o no llevar un piercing en el ombligo o se pinte las uñas de negro en vez de rojas? ¿Depende mi felicidad de pequeños detalles tan nimios como ésos?
Le damos demasiada importancia a aspectos triviales, pero parece que olvidamos que la esencia, los cimientos de una relación, están basados en sentirse cómodo con esa otra persona a tu lado, la reciprocidad, la capacidad de entendimiento, de escucha, de comprensión, de atracción, de deseo; de sentir que compartes mucho de lo auténticamente importante, aunque haya diferencias en otras facetas que se pueden obviar sin muchos problemas. O al menos, que yo y ella podemos obviar.
Sentirse bien, que la otra persona se sienta bien y que exista esa reciprocidad es lo esencial. Sé que quienes no han vivido experiencias de ese tipo, no podrán comprenderlo fácilmente, pero cuando llevas, como en mi caso, un año con una mujer que tiene mucha menos edad, comprendes que no sólo es factible sino que es absolutamente posible y muy enriquecedor. Ella encuentra en mí unas cualidades, unas aptitudes y unas facetas que necesita y yo en ella encuentro todo lo que busco en una mujer, y que no puedo encontrar en las mujeres de mi edad o ligeramente más jóvenes que yo.
Respecto a que esté "mal visto", bien visto o regularmente visto, nos la suda. ¿Acaso alguien va a venir a darnos algo por tener buena aceptación social o por no tenerla? Lo importante es la propia felicidad, la suya y la mía. Lo que opinen los demás, nos trae al pairo.