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Hace unos días me terminé El fin de la muerte, el tercero de la trilogía de ciencia ficción dura de Liu Cixin, El problema de los tres cuerpos que tanto lo ha petado en los últimos años.
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Las cosas como son, a quien le guste la ciencia ficción debería leerlo sí o sí aunque solo sea por la avalancha continua de innovaciones y conceptos científicos, tanto en ciencias experimentales como teóricas. La historia avanza inexorable hacia el futuro y cuanto más continúa más grande se vuelven las escalas de todo, planetario, estelar, galáctico y desde la mitad del último libro conceptos universales que dan un poco de vértigo viendo como te los lanza el amigo chino, llevo décadas como lector de ciencia ficción y hay unas cuantas cositas planteadas que me han dejado con la boca abierta y como enlaza conceptos que te ha soltado aquí y allá. A pesar de que no he llegado, y no creo que lo haga nunca, a interiorizar los nombres chinos como para identificar los personajes al momento en la historia no es algo que afecte para dejarte llevar por la trama que no para ni un momento y que cuando parece que se ha resuelto una emergencia aparece algo peor en el horizonte, algo que utiliza Cixin para transmitir su visión de como reacciona la sociedad y los tumbos que da de un extremo al otro al enfrentarse con el fin del mundo.
Si hay algo que me ha resultado interesante es como él mismo se prueba con los saltos temporales o introduciendo diferentes estilos narrativos y ambientaciones que funcionan rodeados de ciencia ficción futurista, como cuando en el primer libro muchos de los capítulos tienen lugar en un videojuego de simulación histórica o en el tercero, con una narración de cuentos de fantasía para transmitir conceptos cifrados o la parte en la que se narra el punto de vista de una civilización alienígena dedicada a aniquilar a otras de tal manera que parecen funcionarios aburridos.
Por otro lado algo que se le ha reprochado a él y parece que a la mayoría de autores chinos es que les importan mucho menos los personajes que las ideas que presentan y se nota, hay algo en los personajes que los hace parecer a medio hacer y que su destino no le importa demasiado a su creador. Y ya a nivel personal creo que hay algo que no acaba de encajar conmigo y sus descripciones, encuentro que hay en toda la trilogía un aura de tristeza y sentirse aplastado por los acontecimientos que me ha hecho sentir incómodo hasta el final. Incluso sus descripciones de cosas hermosas, bellas y emotivas me han dejado frío y es posible que sea una falta de conexión con la narrativa china, tendré que leer a otros autores.
En fin, como digo la trilogía ha sido un pelotazo tan gordo que los chinos sacaron a principios de año una adaptación del primer libro que se les fue a 30 episodios y Netflix prepara otra que ya ha puesto a muchos chinos de los nervios por las elecciones para el casting, cambios raciales incluidos. A quien quiera echarle un ojo a la primera serie aquí pongo a un flipado que ha recortado la mayoría de lo sobrante y lo ha reducido a seis horas de las veintidós originales, bravo por él.
Me leí la trilogía de Marte de Kim Stanley Robinson, que es la que recuerdo más técnica, compleja y lenta, y me encantó.Para mí sí es recomendable si te gusta la ciencia ficción dura,
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