Muerte a la gente, la hay donde quiera que vas. Maldigo a la gente es lo que odio más

Espero que con ese España no incluyas a la NASIO CATALA 2.0, porque a parte de no tener nada que ver catalanes con españoles, el catalán por lo general es un ser sumamente racional con un comportamiento intachable no incompatible con un caracter jovial y vitalista, festivo cuando toca y guerrero como ninguno llegado el momento.

Obviamente hablo de catala catala, el catala independentista, no la chusma.

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Le pagan por eso?

A la gente le gusta verlo?


En serio, quiero irme de aquí... De la Tierra.
 
Hamijo Torquemada, me solidarizo, yo estoy hasta el rabo de la sociedad en general.
Estoy harto de marujas de 35 años con cuerpos de 50 y actitudes de 60. Estoy harto de verlas cada mañana al llevar a los crios al cole.
Estoy cansado de ver como dirigen a los hijos como si fuesen ganado: a gritos y a hostias. Agotado de ver esos culos desproporcionados embutidos en mayas imposibles.
Extenuado de tener que cruzar cuatro palabras de cortesía cuando no entienden que si voy mirando el movil es por no hablar con nadie.
Y eso es solo de 9:00 a 9:05, no sigo pq me tengo que ir a la cama.

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Hamijo Torquemada, me solidarizo, yo estoy hasta el rabo de la sociedad en general.
Estoy harto de marujas de 35 años con cuerpos de 50 y actitudes de 60. Estoy harto de verlas cada mañana al llevar a los crios al cole.
Estoy cansado de ver como dirigen a los hijos como si fuesen ganado: a gritos y a hostias. Agotado de ver esos culos desproporcionados embutidos en mayas imposibles.
Extenuado de tener que cruzar cuatro palabras de cortesía cuando no entienden que si voy mirando el movil es por no hablar con nadie.
Y eso es solo de 9:00 a 9:05, no sigo pq me tengo que ir a la cama.

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eso se soluciona facil hombre, que lleve a los crios tu mujer al cole.
 
eso se soluciona facil hombre, que lleve a los crios tu mujer al cole.

Que va Benito. El acto en si de llevar a mi hija al cole, despedirla con un beso y que se vaya para dentro mirando cada dos pasos sonriéndome, es de lo mejor del día.
Lo que me sobra es TODO lo que hay alrededor.
 
Que va Benito. El acto en si de llevar a mi hija al cole, despedirla con un beso y que se vaya para dentro mirando cada dos pasos sonriéndome, es de lo mejor del día.
Lo que me sobra es TODO lo que hay alrededor.

Frases que esconden el infierno detrás.

Desde aquí te mando toda mi energía positiva, hamijo Venancio.
 
Que va Benito. El acto en si de llevar a mi hija al cole, despedirla con un beso y que se vaya para dentro mirando cada dos pasos sonriéndome, es de lo mejor del día.
Lo que me sobra es TODO lo que hay alrededor.
tienes que salir de cañas more often.
 
Leía el otro día q el Morate ese redujo el perímetro del cuello de Okarynsnka a 8 cm con la brida que le apretó alrededor, de los 23 que medía.
Yo también he tenido esa pulsión de matar, pero sé que no. Les entiendo. Y cómo se canaliza eso cuando no, cómo.
 
Leía el otro día q el Morate ese redujo el perímetro del cuello de Okarynsnka a 8 cm con la brida que le apretó alrededor, de los 23 que medía.
Yo también he tenido esa pulsión de matar, pero sé que no. Les entiendo. Y cómo se canaliza eso cuando no, cómo.
normalmente los lunes, aunque depende de a como este la uva. como mucho el martes al cerrar.
 
Lo digo muy en serio Benito.
No por esas pobres nenas.
Cuando alguien te amarga día tras día y roba y de todo.
Y tú no lo matas porque no está bien y porque no quieres cárcel y porque no puedes cargar con una muerte.
Cómo se aguanta a esa mierda viva jodiendo.
 
Lo digo muy en serio Benito.
No por esas pobres nenas.
Cuando alguien te amarga día tras día y roba y de todo.
Y tú no lo matas porque no está bien y porque no quieres cárcel y porque no puedes cargar con una muerte.
Cómo se aguanta a esa mierda viva jodiendo.

Y luego que esa mierda te denuncie...
 
Sólo espero que el dinero que ha robado esa gentuza se lo tengan que gastar en medicinas.
 
Y que tú salgas absuelto spizo

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Uno de mis últimos actos sociales dotados de cierta regularidad vino teniendo lugar más o menos cada dos domingos a lo largo de varios (demasiados) meses.

Por alguna clase de debilidad transitoria me vi arrastrado hacia un grupo de montaña, no muy numeroso pero para mis parámetros de un tamaño lo suficientemente agobiante.

Primero me desmarqué del traslado en microbús hasta el punto de partida de cada marcha. Comencé a ir en coche directamente desde mi casa, primero pretextando que me cogía a desmano el lugar donde se cogía el autobús y que así a la vuelta llegaba antes a casa para descansar mejor de cara al lunes.

Después empecé a utilizar el otro coche para ese menester. Siempre había alguien que se apuntaba a que lo llevase a la ida o la vuelta o en ambos casos y no me apetecía lo más mínimo. Por eso decidí que iría con mi segundo coche, un pequeño deportivo biplaza con un maletero muy exiguo al tiempo que utilizaría una mochila grande: "Eh, pues no, no tengo sitio, mira, como ya solo con mi mochila no hay sitio en el maletero tengo que llevarla en el asiento del acompañante".

Más tarde decidí cortar con el asunto por completo. Me asqueaba que alguien pegase la hebra mientras estaba caminando absorto en mis cosas o simplemente disfrutando del panorama. Me ponía de los nervios esa supuesta camaradería del momento de la comida, cuando uno se ve forzado a compartir lo que lleva y a aceptar lo que le ofrecen aunque no apetezca. Detestaba el inevitable murmullo de fondo que genera un grupo medianamente numeroso, alterando la tranquilidad de cualquier lugar al que llevábamos. Constituía un momento próximo al vómito verme forzado a posar en fotos de grupo completamente estúpidas con gente que lo único que hacía era arruinar cualquier perspectiva, y ni les cuento ya acerca del furor que se solía producir en día sucesivos con el intercambio de archivos. No soportaba la mixtura de olor a sudor, culo y dientes sin lavar que se genera en esos casos, máxime antes de optar por ir y volver solo en mi coche si me veía obligado a compartir transporte.

Acabé por abandonar el grupo sin más explicaciones y devolví el recibo de la siguiente cuota, pues en lo sucesivo salir a caminar significó ir siempre solo. Alguna, rara, vez coincido con todos o parte de ellos haciendo una ruta por mi cuenta y siempre aprieto al paso, saludo educada pero fríamente como si fuesen perfectos desconocidos y continúo a mi aire.
 
Uno de mis últimos actos sociales dotados de cierta regularidad vino teniendo lugar más o menos cada dos domingos a lo largo de varios (demasiados) meses.

Por alguna clase de debilidad transitoria me vi arrastrado hacia un grupo de montaña, no muy numeroso pero
Uno de mis últimos actos sociales dotados de cierta regularidad vino teniendo lugar más o menos cada dos domingos a lo largo de varios (demasiados) meses.

Por alguna clase de debilidad transitoria me vi arrastrado hacia un grupo de montaña, no muy numeroso pero para mis parámetros de un tamaño lo suficientemente agobiante.

Primero me desmarqué del traslado en microbús hasta el punto de partida de cada marcha. Comencé a ir en coche directamente desde mi casa, primero pretextando que me cogía a desmano el lugar donde se cogía el autobús y que así a la vuelta llegaba antes a casa para descansar mejor de cara al lunes.

Después empecé a utilizar el otro coche para ese menester. Siempre había alguien que se apuntaba a que lo llevase a la ida o la vuelta o en ambos casos y no me apetecía lo más mínimo. Por eso decidí que iría con mi segundo coche, un pequeño deportivo biplaza con un maletero muy exiguo al tiempo que utilizaría una mochila grande: "Eh, pues no, no tengo sitio, mira, como ya solo con mi mochila no hay sitio en el maletero tengo que llevarla en el asiento del acompañante".

Más tarde decidí cortar con el asunto por completo. Me asqueaba que alguien pegase la hebra mientras estaba caminando absorto en mis cosas o simplemente disfrutando del panorama. Me ponía de los nervios esa supuesta camaradería del momento de la comida, cuando uno se ve forzado a compartir lo que lleva y a aceptar lo que le ofrecen aunque no apetezca. Detestaba el inevitable murmullo de fondo que genera un grupo medianamente numeroso, alterando la tranquilidad de cualquier lugar al que llevábamos. Constituía un momento próximo al vómito verme forzado a posar en fotos de grupo completamente estúpidas con gente que lo único que hacía era arruinar cualquier perspectiva, y ni les cuento ya acerca del furor que se solía producir en día sucesivos con el intercambio de archivos. No soportaba la mixtura de olor a sudor, culo y dientes sin lavar que se genera en esos casos, máxime antes de optar por ir y volver solo en mi coche si me veía obligado a compartir transporte.

Acabé por abandonar el grupo sin más explicaciones y devolví el recibo de la siguiente cuota, pues en lo sucesivo salir a caminar significó ir siempre solo. Alguna, rara, vez coincido con todos o parte de ellos haciendo una ruta por mi cuenta y siempre aprieto al paso, saludo educada pero fríamente como si fuesen perfectos desconocidos y continúo a mi aire.

mis parámetros de un tamaño lo suficientemente agobiante.

Primero me desmarqué del traslado en microbús hasta el punto de partida de cada marcha. Comencé a ir en coche directamente desde mi casa, primero pretextando que me cogía a desmano el lugar donde se cogía el autobús y que así a la vuelta llegaba antes a casa para descansar mejor de cara al lunes.

Después empecé a utilizar el otro coche para ese menester. Siempre había alguien que se apuntaba a que lo llevase a la ida o la vuelta o en ambos casos y no me apetecía lo más mínimo. Por eso decidí que iría con mi segundo coche, un pequeño deportivo biplaza con un maletero muy exiguo al tiempo que utilizaría una mochila grande: "Eh, pues no, no tengo sitio, mira, como ya solo con mi mochila no hay sitio en el maletero tengo que llevarla en el asiento del acompañante".

Más tarde decidí cortar con el asunto por completo. Me asqueaba que alguien pegase la hebra mientras estaba caminando absorto en mis cosas o simplemente disfrutando del panorama. Me ponía de los nervios esa supuesta camaradería del momento de la comida, cuando uno se ve forzado a compartir lo que lleva y a aceptar lo que le ofrecen aunque no apetezca. Detestaba el inevitable murmullo de fondo que genera un grupo medianamente numeroso, alterando la tranquilidad de cualquier lugar al que llevábamos. Constituía un momento próximo al vómito verme forzado a posar en fotos de grupo completamente estúpidas con gente que lo único que hacía era arruinar cualquier perspectiva, y ni les cuento ya acerca del furor que se solía producir en día sucesivos con el intercambio de archivos. No soportaba la mixtura de olor a sudor, culo y dientes sin lavar que se genera en esos casos, máxime antes de optar por ir y volver solo en mi coche si me veía obligado a compartir transporte.

Acabé por abandonar el grupo sin más explicaciones y devolví el recibo de la siguiente cuota, pues en lo sucesivo salir a caminar significó ir siempre solo. Alguna, rara, vez coincido con todos o parte de ellos haciendo una ruta por mi cuenta y siempre aprieto al paso, saludo educada pero fríamente como si fuesen perfectos desconocidos y continúo a mi aire.

Le está bien empleao. Los Otros.

Recientemente, estuve pillando unos cuantos viajes a la playa que salían los domingos por la mañana y volvían por la tarde. Por imperativo familiar tuve que juntarme con una chupipandi de gente vulgar y ruidosa, destacando por encima de todos un puto cojo con mucha retranca y muy tóxico que no paraba de quejarse.

Resulta que lo estaba pasando bastante mal por el puto desempleo y el no future, y lo mejor que tenía en la vida hasta ese momento era el puto día de playa.

Pues bien, un día se nos acopló el cojo en la mesa del restaurante con vistas al puerto de Castro Urdiales. Un día precioso y un entorno idílico que me lo cagaron.
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Nos jodió la comida con su mala leche absolutamente injustificada y gratuita. Hice un gran ejercicio de autocontrol y no dije ni pío por respeto a mi santa madre.

Unos dos domingos después, allí estaba el cojo mantecas dando por culo otra vez, en una estación de servicio camino de Francia. Pues bien, me sacó de quicio subiéndome las pulsaciones a ciento y bastante. Le pegué un par de berridos y casi se caga encima.

El caso es que le llame tóxico y le dije abiertamente y a grito pelao que no me volviese a dirigir la palabra nunca.

Lamentablemente, al ser pobre, uno se ve obligado a compartir espacio con Los Otros, aunque gentes con poder adquisitivo medio o medio-alto también se da ese caso. Un ejemplo que me viene a la mente es el de los moteros subnormales. Son una puta secta muy amiga de los grupos grandes, como si cantidad equivaliese a calidad.

Con Los Otros, en el grupo, en la manada, siempre cabe cualquiera. Uno, tres o cinco más. Cuantos más semos, más mejor. Ese debe de ser el axioma. Pero a los que nos gusta vivir y dejar vivir suele gustarnos ser selectivos con nuestras compañías. Y que nos metan con putos chimpancés, nos sienta mal.


Soledad, divino tesoro.
 
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Pues resulta que el otro día me estuve chapando unos videos en youtube (el yutú que diría mi santa madre) sobre dos narcotraficantes españoles. Una tronca q se llama Ana María no sé qué, alias «la reina de la coca» y un jincho madrileño que hasta se operó su culillo y se plantificó uno postizo.
Dios mío, debo de estar volviéndome loca porque me cayeron sumamente bien y sentí su detención y posterior encarcelamiento.
Luego odio a casi todo el mundo pero esos héroes del lumpen se han convertido en mi debilidad de un tiempo a esta parte.
 
Uno de mis últimos actos sociales dotados de cierta regularidad vino teniendo lugar más o menos cada dos domingos a lo largo de varios (demasiados) meses.

Por alguna clase de debilidad transitoria me vi arrastrado hacia un grupo de montaña, no muy numeroso pero para mis parámetros de un tamaño lo suficientemente agobiante.

Primero me desmarqué del traslado en microbús hasta el punto de partida de cada marcha. Comencé a ir en coche directamente desde mi casa, primero pretextando que me cogía a desmano el lugar donde se cogía el autobús y que así a la vuelta llegaba antes a casa para descansar mejor de cara al lunes.

Después empecé a utilizar el otro coche para ese menester. Siempre había alguien que se apuntaba a que lo llevase a la ida o la vuelta o en ambos casos y no me apetecía lo más mínimo. Por eso decidí que iría con mi segundo coche, un pequeño deportivo biplaza con un maletero muy exiguo al tiempo que utilizaría una mochila grande: "Eh, pues no, no tengo sitio, mira, como ya solo con mi mochila no hay sitio en el maletero tengo que llevarla en el asiento del acompañante".

Más tarde decidí cortar con el asunto por completo. Me asqueaba que alguien pegase la hebra mientras estaba caminando absorto en mis cosas o simplemente disfrutando del panorama. Me ponía de los nervios esa supuesta camaradería del momento de la comida, cuando uno se ve forzado a compartir lo que lleva y a aceptar lo que le ofrecen aunque no apetezca. Detestaba el inevitable murmullo de fondo que genera un grupo medianamente numeroso, alterando la tranquilidad de cualquier lugar al que llevábamos. Constituía un momento próximo al vómito verme forzado a posar en fotos de grupo completamente estúpidas con gente que lo único que hacía era arruinar cualquier perspectiva, y ni les cuento ya acerca del furor que se solía producir en día sucesivos con el intercambio de archivos. No soportaba la mixtura de olor a sudor, culo y dientes sin lavar que se genera en esos casos, máxime antes de optar por ir y volver solo en mi coche si me veía obligado a compartir transporte.

Acabé por abandonar el grupo sin más explicaciones y devolví el recibo de la siguiente cuota, pues en lo sucesivo salir a caminar significó ir siempre solo. Alguna, rara, vez coincido con todos o parte de ellos haciendo una ruta por mi cuenta y siempre aprieto al paso, saludo educada pero fríamente como si fuesen perfectos desconocidos y continúo a mi aire.
yo cometi el error, UNA VEZ, de acceder a ir con mi adlatere a ir a una comida, en el chalet de una de las que corre con ella.

una pobre princesa de 41 años, a la que el marido la habia mandado a paseo, la pobre.

pase la tarde entre calvos buitres que no veian el momento de tomarse el cialis y cacatuas premenopausicas que se comportaban como niñas ridiculas creyentes en la existencia de unicornos.

ese dia no fui yo el que dijo " no volveomos", la frase de mi rubia al entrar en el coche, fue "no me digas nada que yo tambien estoy hasta el coño, no venimos mas"
 
Pues resulta que el otro día me estuve chapando unos videos en youtube (el yutú que diría mi santa madre) sobre dos narcotraficantes españoles. Una tronca q se llama Ana María no sé qué, alias «la reina de la coca» y un jincho madrileño que hasta se operó su culillo y se plantificó uno postizo.
Dios mío, debo de estar volviéndome loca porque me cayeron sumamente bien y sentí su detención y posterior encarcelamiento.
Luego odio a casi todo el mundo pero esos héroes del lumpen se han convertido en mi debilidad de un tiempo a esta parte.

Ana María Cameno, burgalesa y actualmente en prisión con el culo prieto por deber una morterada a un cártel colombiano.

Allí son del PP (plata o plomo)
 
Recientemente tuve que asistir a la cena anual del grupo de colegas. Recordareis tal vez aquel post en algún otro hilo en el que contaba como había cortado mi contacto con ellos casi por completo.

Bien pues mi desapego al grupo se incrementó notablemente aquella noche. Para empezar, desde el año pasado el "grupo de colegas" había pasado a ser los colegas, las novias, cuatro o cinco amigos satélite de un par de mis colegas, y dos desconocidos que no pintaban nada allí. Apenas pude reunir suficientes energías como para aparentar que me importaba que estuviesen vivos, no hablemos ya de preguntarles por sus vidas. A dos de las novias no llegué ni a saludarlas, y a la novia mas veterana del grupo, que estaba encinta, le di un poco de conversación por educación y cortesía, y a cambio recibí unas respuestas cuanto menos secas y parcas. El parejo, antaño gran amigo, me lanzó varias coñas bastante ofensivas en lo que supongo era alguna forma de desagradable colegueo oxidado y desfigurado por el alcohol. Por si fuera poco había comprado un regalo para los futuros padres que a poco estuve de llevármelo para casa de nuevo, no sin antes anunciarlo en voz alta para escarnio público del bocazas, aunque al final se lo dí forzando media sonrisa. El regalo fue recibido con tibieza notable dada la situación, no por el contenido del paquete, que era bien chulo, sino por ser yo el emisor de dicho paquete. Creo que aunque les gusto y les hizo ilusión ni me miraron ni me dieron las gracias.

A lo largo de la cena pasó una cosa que ya me suponía. Acabé relacionándome más con quienes me eran desconocidos, que con los que se supone son mis amigos desde hace 15 años, con los cuales intercambié tres o cuatro frases y nada más.

Al final cogí mis bártulos, esperé a que se diese alguna situación que apartase la atención de mi marcha, me giré y dije con tono bromista "bueno, hasta dentro de un año" y salí por la puerta sin que mis dos amigos más cercanos y longevos, que eran los que tenia más cerca, mostrasen el mínimo interés por mi vida, mis planes o la posibilidad de futuras interacciones.

Así que posiblemente mi relación con esta gente se limite al Whatsapp hasta el próximo año. Luego, visto el panorama, tal vez sea el momento de poner alguna excusa y extinguir por fin la relación con estos tíos que hace años eran mis amigos.
 
Recientemente tuve que asistir a la cena anual del grupo de colegas. Recordareis tal vez aquel post en algún otro hilo en el que contaba como había cortado mi contacto con ellos casi por completo.

Bien pues mi desapego al grupo se incrementó notablemente aquella noche. Para empezar, desde el año pasado el "grupo de colegas" había pasado a ser los colegas, las novias, cuatro o cinco amigos satélite de un par de mis colegas, y dos desconocidos que no pintaban nada allí. Apenas pude reunir suficientes energías como para aparentar que me importaba que estuviesen vivos, no hablemos ya de preguntarles por sus vidas. A dos de las novias no llegué ni a saludarlas, y a la novia mas veterana del grupo, que estaba encinta, le di un poco de conversación por educación y cortesía, y a cambio recibí unas respuestas cuanto menos secas y parcas. El parejo, antaño gran amigo, me lanzó varias coñas bastante ofensivas en lo que supongo era alguna forma de desagradable colegueo oxidado y desfigurado por el alcohol. Por si fuera poco había comprado un regalo para los futuros padres que a poco estuve de llevármelo para casa de nuevo, no sin antes anunciarlo en voz alta para escarnio público del bocazas, aunque al final se lo dí forzando media sonrisa. El regalo fue recibido con tibieza notable dada la situación, no por el contenido del paquete, que era bien chulo, sino por ser yo el emisor de dicho paquete. Creo que aunque les gusto y les hizo ilusión ni me miraron ni me dieron las gracias.

A lo largo de la cena pasó una cosa que ya me suponía. Acabé relacionándome más con quienes me eran desconocidos, que con los que se supone son mis amigos desde hace 15 años, con los cuales intercambié tres o cuatro frases y nada más.

Al final cogí mis bártulos, esperé a que se diese alguna situación que apartase la atención de mi marcha, me giré y dije con tono bromista "bueno, hasta dentro de un año" y salí por la puerta sin que mis dos amigos más cercanos y longevos, que eran los que tenia más cerca, mostrasen el mínimo interés por mi vida, mis planes o la posibilidad de futuras interacciones.

Así que posiblemente mi relación con esta gente se limite al Whatsapp hasta el próximo año. Luego, visto el panorama, tal vez sea el momento de poner alguna excusa y extinguir por fin la relación con estos tíos que hace años eran mis amigos.

Debiste de haberlo hecho ya. Creo que así dejarias de sentirte enfadado por la situación y tambien contigo mismo. Como diria @Cimmerio "he visto cosas".
 
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Recientemente tuve que asistir a la cena anual del grupo de colegas. Recordareis tal vez aquel post en algún otro hilo en el que contaba como había cortado mi contacto con ellos casi por completo.

Bien pues mi desapego al grupo se incrementó notablemente aquella noche. Para empezar, desde el año pasado el "grupo de colegas" había pasado a ser los colegas, las novias, cuatro o cinco amigos satélite de un par de mis colegas, y dos desconocidos que no pintaban nada allí. Apenas pude reunir suficientes energías como para aparentar que me importaba que estuviesen vivos, no hablemos ya de preguntarles por sus vidas. A dos de las novias no llegué ni a saludarlas, y a la novia mas veterana del grupo, que estaba encinta, le di un poco de conversación por educación y cortesía, y a cambio recibí unas respuestas cuanto menos secas y parcas. El parejo, antaño gran amigo, me lanzó varias coñas bastante ofensivas en lo que supongo era alguna forma de desagradable colegueo oxidado y desfigurado por el alcohol. Por si fuera poco había comprado un regalo para los futuros padres que a poco estuve de llevármelo para casa de nuevo, no sin antes anunciarlo en voz alta para escarnio público del bocazas, aunque al final se lo dí forzando media sonrisa. El regalo fue recibido con tibieza notable dada la situación, no por el contenido del paquete, que era bien chulo, sino por ser yo el emisor de dicho paquete. Creo que aunque les gusto y les hizo ilusión ni me miraron ni me dieron las gracias.

A lo largo de la cena pasó una cosa que ya me suponía. Acabé relacionándome más con quienes me eran desconocidos, que con los que se supone son mis amigos desde hace 15 años, con los cuales intercambié tres o cuatro frases y nada más.

Al final cogí mis bártulos, esperé a que se diese alguna situación que apartase la atención de mi marcha, me giré y dije con tono bromista "bueno, hasta dentro de un año" y salí por la puerta sin que mis dos amigos más cercanos y longevos, que eran los que tenia más cerca, mostrasen el mínimo interés por mi vida, mis planes o la posibilidad de futuras interacciones.

Así que posiblemente mi relación con esta gente se limite al Whatsapp hasta el próximo año. Luego, visto el panorama, tal vez sea el momento de poner alguna excusa y extinguir por fin la relación con estos tíos que hace años eran mis amigos.
vaya ladrillo para no contar ni que te paso con el colega ni que coño era el regalo ni nada.
 
Recientemente tuve que asistir a la cena anual del grupo de colegas. Recordareis tal vez aquel post en algún otro hilo en el que contaba como había cortado mi contacto con ellos casi por completo.

Bien pues mi desapego al grupo se incrementó notablemente aquella noche. Para empezar, desde el año pasado el "grupo de colegas" había pasado a ser los colegas, las novias, cuatro o cinco amigos satélite de un par de mis colegas, y dos desconocidos que no pintaban nada allí. Apenas pude reunir suficientes energías como para aparentar que me importaba que estuviesen vivos, no hablemos ya de preguntarles por sus vidas. A dos de las novias no llegué ni a saludarlas, y a la novia mas veterana del grupo, que estaba encinta, le di un poco de conversación por educación y cortesía, y a cambio recibí unas respuestas cuanto menos secas y parcas. El parejo, antaño gran amigo, me lanzó varias coñas bastante ofensivas en lo que supongo era alguna forma de desagradable colegueo oxidado y desfigurado por el alcohol. Por si fuera poco había comprado un regalo para los futuros padres que a poco estuve de llevármelo para casa de nuevo, no sin antes anunciarlo en voz alta para escarnio público del bocazas, aunque al final se lo dí forzando media sonrisa. El regalo fue recibido con tibieza notable dada la situación, no por el contenido del paquete, que era bien chulo, sino por ser yo el emisor de dicho paquete. Creo que aunque les gusto y les hizo ilusión ni me miraron ni me dieron las gracias.

A lo largo de la cena pasó una cosa que ya me suponía. Acabé relacionándome más con quienes me eran desconocidos, que con los que se supone son mis amigos desde hace 15 años, con los cuales intercambié tres o cuatro frases y nada más.

Al final cogí mis bártulos, esperé a que se diese alguna situación que apartase la atención de mi marcha, me giré y dije con tono bromista "bueno, hasta dentro de un año" y salí por la puerta sin que mis dos amigos más cercanos y longevos, que eran los que tenia más cerca, mostrasen el mínimo interés por mi vida, mis planes o la posibilidad de futuras interacciones.

Así que posiblemente mi relación con esta gente se limite al Whatsapp hasta el próximo año. Luego, visto el panorama, tal vez sea el momento de poner alguna excusa y extinguir por fin la relación con estos tíos que hace años eran mis amigos.

Es que usted para las parejas de sus amigos, si no tiene novia a cierta edad, es o mozo viejo putero o maricón seguro, lo cual es peligroso.

Tranquilo, cuando se divorcien recuperarán el contacto.
 
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