Ylenia rebuznó:
Más bien...
Yo misma haga uso recurrente de esa frase cada vez que me canso de mis novios o de los tíos/futuribles/pretendientes/etc. en general.
Y cuándo encuentras a tu "hombre de verdad" te acabas cansando también, porque ese concepto cuándo deja de ser una utopía (no es más que eso) ya deja de existir.
Es decir, es como intentar alcanzar el horizonte nadando.
Bueno, pues ya está. Ahí lo tenéis, queda todo claro.
Estos putones han pasado toda su infancia influenciadas por la figura del padre. Las niñas pasan los primeros años de su vida, tiempo de aprendizaje y formación de su personalidad, asociando al hombre con la figura de autoridad. Pero dada la fragilidad de una niña el hombre cede ante las necesidades, muchas veces superfluas, de la prole. Es decir, si una niña pequeña presiona al padre, éste acabará cediendo. Sus muchas responsabilidades en la vida diaria hacen que no quiera batallar aún más con su hija pequeña. Suficientes problemas tiene ya en el trabajo, con su mujer, sus amigos y levantando pesos indecentes cada día en press de banca como para aguantar más cargas.
Así que la niña aprende a patalear y lloriquear cuando no tiene algo de su padre. Casi al instante, el padre (por no oírla) le da lo que quiere. Esto se va convirtiendo en una rutina existencial: papá trabaja mucho y, cuando está con la niña, no hace más que concederle todos los caprichos. Cuando llega la pubertad, la niña deja de ser tan niña, y aunque la relación con su padre ya no es la misma, en su nueva interacción con el mundo se da cuenta de que las cosas siguen funcionando igual, sobre todo (en realidad había puesto sobre todo junto porque soy un subnormal) si es atractiva. Porque los hombres se sienten atraídos por ella, y tal como les enseñó su madre un hombre debe hacer realidad los deseos de una mujer. Atraído por el magnetismo que suele desprender una tía buena, el hombre modifica su comportamiento. Si bien con sus compañeros de trabajo, clientes, vendedores, funcionarios y cualquier tipo de persona suele comportarse de manera natural e incluso exigente (dependiendo de su personalidad), con esa mujer atractiva el comportamiento cambia. Se estupidiza. Las mujeres perciben una total y absoluta distorsión del mundo que les rodea. Para ellas, todo es más fácil. Les abren las puertas, les contratan en puestos para los que no están cualificadas, les dejan pasar a los locales gratis, les invitan a copas, aprueban exámenes sin estudiar, pasan la ITV con taras en el coche, nunca son las culpables de la ruptura de una relación, no las banean en el foro a pesar de ser más zopencas que una cerilla, la lista es interminable.
Quizá en algún momento de esta adaptación a su nueva vida se pregunten si todo es así realmente o si por el contrario es un artificio de vida que los hombres montan para ellas, pero en el fondo les importa una puta mierda. Todo funciona a su antojo, y para lo que no funciona basta con llorar. Una pataleta, de las que tenían con ocho años, y premio en la mano.
No están dispuestas a soportar un fracaso, nunca han tenido que esforzarse en nada. Jamás han tenido que tastar el sabor amargo de la derrota al intentar conseguir algo, o soportar el desprecio de saberse rechazadas, o sentirse insignificantes. Por tanto, buscarán conseguir el éxito en toda empresa que lleven a cabo. En cualquier terreno que pisen, ellas tienen que clavar la bandera. Pasa lo mismo que con la llegada del hombre a la Luna: los estadounidenses la visitaron en los años 60, clavaron una bandera y no volvieron a pisarla. Con sus parejas hacen igual, clavan la bandera de conquistado y se van a por otro objetivo más gordo: cuando consiguen algo nunca es por mérito o capacidad de sacrificio, sino porque ya se lo dan hecho. Se cansan de todo con rapidez, lo que les motiva es no conseguir nunca lo que realmente quieren conseguir, ir detrás de lo inalcanzable, como si fueran un burro detrás de una zanahoria. Cada vez que un hombre cede a uno de sus caprichos estúpidos ellas clavan un poco más la bandera y se resquebraja la impresión que tenían de ese tío inalcanzable y autoritario, para ellas pasa a ser otra bestia domada. No les deis NUNCA lo que pidan y comerán de vuestra mano, son así de gilipollas.
Ya podéis chapar el hilo.