¿Sabéis lo que es recibir una paliza?

Cáncer de Colon rebuznó:
¿Tú eres subnormal o te estás quedando conmigo?

Subnormal.

Es Vacant.

Chana +3k en Sabotaje.

Me entusiasma de que te haya gustado.
 
Cáncer de Colon debe estar encabronado con el mundo porque le zurran la pandereta los moros malos. En internet es muy machote, pero en la calle catacrocker. :lol::lol::lol:

28 años y esas pintas de eterno adolescente. En fin.
 
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Anda que no es, vieja.
 
Quien coño es ese del pelo tintado Berenjena-style?

Quien coño es?:53
 
Pues yo no sabía que Kojikabuto era Undertaker. Será verdad que soy medio suznormal.
 
Max_Demian rebuznó:
Cáncer de Colon debe estar encabronado con el mundo porque le zurran la pandereta los moros malos. En internet es muy machote, pero en la calle catacrocker. :lol::lol::lol:

28 años y esas pintas de eterno adolescente. En fin.

Sí, jjajajajaja 28 tacos.

Y tú más feliz que yo.

Jjajajajjaja, paraíso propio en mi aldea.

Me vi a hacer un blog.
 
Cáncer de Colon rebuznó:
Sí, jjajajajaja 28 tacos.

Y tú más feliz que yo.

Jjajajajjaja, paraíso propio en mi aldea.

Me vi a hacer un blog.

A ti lo que te jode es que estoy bastante más loco que tu, y eso que te esfuerzas mazo.
 
Bueno por lo menos no la tengo que postear yo, que al final el pobre chaval va a pensar que le tengo manía, y en realidad no me ha hecho nada, es buen chaval.

Golpe bajo, Cáncer, lamento que no te sacaran los ojos con dos pinchos. :lol:
 
Jaldre aí rebuznó:
Bueno por lo menos no la tengo que postear yo, que al final el pobre chaval va a pensar que le tengo manía, y en realidad no me ha hecho nada, es buen chaval.

Golpe bajo, Cáncer, lamento que no te sacaran los ojos con dos pinchos. :lol:

¿Imaginas que matan a tu hijo en esas circunstancias? Sería bastante duro. Primero, la llamada desde el hospital diciendo que hay un supuesto conocido al que hay que identificar y si tú estarías dispuesto a ello.

Luego, en la cámara frigorífica, viendo a tu primogénito, carne de tu carne, sangre de tu sangre, frío, morado, hinchado, deforme, lleno de puñaladas, con la ropa que le compraste en el C&A llena de barro, coágulos de sangre, mocos y heces.

Tú saliendo del sitio conmocionado, sin saber qué decir, viendo el mundo borroso, mareado y sin poder llorar de la impresión. Ese chico al que bañaste en un barreño de pequeño, al que llevabas al parque de la mano y te pedía un helado con la timidez del que espera ser negado. Esa criatura a la que acompañaste el primer día de colegio, con su cartera de la mano, lleno de legañas y a punto de quedarse dormido en los semáforos. Tú, después de verle reventado, deberás firmar su acta de defunción, bajar a la funeraria para arreglar lo del seguro, la esquela y las condiciones del ataúd donde va a yacer eternamente, sin que tú le puedas volver a ver.

Y tras el descanso del tanatorio, el cementerio. Ver cómo a tu hijo le meten bajo tierra y le ponen cien kilos de granito encima, aunque eso no garantice que ningún perturbado profane ese lugar e introduzca su venoso miembro en las frágiles cavidades de tu hijo el asesinado.

Y, tras unos meses de oscuridad y antidepresivos, el juicio. Ver cara a cara, riéndose, contando chistes y rezando a Alá, a aquellos que mataron al muchacho al que leías cuentos antes de dormir, al único hombre al que no te dio reparo abrazar.

Oh, Dios, qué duro. Y qué fácil es que pase. Y será culpa tuya, por no haber podido comprar una casa en condiciones en un barrio decente. Fracasado.
 
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¿Imaginas que matan a tu hijo en esas circunstancias? Sería bastante duro. Primero, la llamada desde el hospital diciendo que hay un supuesto conocido al que hay que identificar y si tú estarías dispuesto a ello.

Luego, en la cámara frigorífica, viendo a tu primogénito, carne de tu carne, sangre de tu sangre, frío, morado, hinchado, deforme, lleno de puñaladas, con la ropa que le compraste en el C&A llena de barro, coágulos de sangre, mocos y heces.

Tú saliendo del sitio conmocionado, sin saber qué decir, viendo el mundo borroso, mareado y sin poder llorar de la impresión. Ese chico al que bañaste en un barreño de pequeño, al que llevabas al parque de la mano y te pedía un helado con la timidez del que espera ser negado. Esa criatura a la que acompañaste el primer día de colegio, con su cartera de la mano, lleno de legañas y a punto de quedarse dormido en los semáforos. Tú, después de verle reventado, deberás firmar su acta de defunción, bajar a la funeraria para arreglar lo del seguro, la esquela y las condiciones del ataúd donde va a yacer eternamente, sin que tú le puedas volver a ver.

Y tras el descanso del tanatorio, el cementerio. Ver cómo a tu hijo le meten bajo tierra y le ponen cien kilos de granito encima, aunque eso no garantice que ningún perturbado profane ese lugar e introduzca su venoso miembro en las frágiles cavidades de tu hijo el asesinado.

Y, tras unos meses de oscuridad y antidepresivos, el juicio. Ver cara a cara, riéndose, contando chistes y rezando a Alá, a aquellos que mataron al muchacho al que leías cuentos antes de dormir, al único hombre al que no te dio reparo abrazar.

Oh, Dios, qué duro. Y qué fácil es que pase. Y será culpa tuya, por no haber podido comprar una casa en condiciones en un barrio decente. Fracasado.

Y que?

Si le toca que se joda. El muerto al hoyo y el vivo al bollo.

Que espabile que yo ya espabilo, eso si, te digo, que si eso sucediera algún día, me verías en todos los telediarios, te lo aseguro.

Por cierto, me has emocionado con tan triste historia.
;)
 
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