Pobres maquinistas, siembre con sobresaltos en sus viajes, siempre cruzándose cualquier cosa en las vías, niños, jóvenes, ancianos, listos, tontos, arboles que se caen, piedros, incluso elefantes.
En Bilbao conocí a uno de mi quinta, del mismo colegio (hablo de un tipo que tendría 10 años) le dejó cojo el tren de Bilbo-Plentzia,
perdió la pierna hasta el tobillo, le solía ver alguna vez con muletas, hoy tendrá 42 años, seguro que todavía se acuerda de cómo jugaba poniendo clavos en la vía para que el tren lo aplastara para hacer ganzúas, solo que en esa ocasión la pierna termino siendo ganzúa.