Seré patéticamente sincero: a mí la muerte me acojona sobremanera.
No sólo la forma de morir (pacíficamente o en medio de horribles sufrimientos), sino también la otra vida. Siempre he dicho que quiero que haya otra vida, por muchísimas razones. Pero me acojona pensar que no voy a estar cómodo en ella, que realmente pagaré por mis pecados (que no son muchos, pero bueno), y que si representa más sufrimiento que la vida misma, será eterno y no tendrá fin. Y más todavía que podré observar desde el otro mundo lo que sigue haciendo éste, sin poder intervenir. Eso sí que me crea real impotencia.
Sin embargo, me aterra pensar que no hay nada, y que mi ser y mi pensamiento se paralizarán. Por supuesto, no me daré cuenta, ni podré hacer esta observación si se da el caso, pero algo tan maravilloso como la vida no merece un final tan definitivo, tan poco esperanzador y centrado sólo en materia física.
Por tanto, como si hay algo, como si no lo hay, le tengo mucho miedo.
Lo más curioso de todo, es que hace apenas un año tuve un accidente de coche realmente brutal, cualquier persona hubiera muerto y todas las circunstancias apuntaban a que moriría. Dentro del coche, yo pensaba que iba a morir, y sólo recuerdo algo que se me pasó por la cabeza a milésimas de segundo: Después de esto se me pasará toda la vida por delante, como dice la gente.
Sin embargo, salí ileso y sin un sólo rasguño de aquello. Desde entonces, valoro más la vida todavía y le temo aún más a la muerte, porque parece ser que es ella quien decide cuándo es el momento y cuándo no.
Freak total
Veterano
Clásico
Forero del todo a cien
Freak
Asiduo
