Ahí voy, aviso de que voy a cagar un post chupi.
No diría que lo amo pero desde que vine aquí en 2018 he vivido los mejores momentos de mi vida. Tengo más recuerdos felices aquí en 3 años que en 30 en España.
Yo sé que esto no es para todo el mundo, tengo algún amigo que ha venido y solo suelta pestes del reino. Yo recuerdo cuando vine por primera vez, fue al quinto día cuando sentí que ya no quería volver a casa. Desde ese momento empecé a investigar cómo podía hacerlo para vivir aquí.
Como ya te dije antes en 2018 vivía en Inglaterra, estaba desesperado porque quería hacer algo relacionado con la psicología para no olvidar lo aprendido en la carrera y quería dedicarme eso. Así que me dediqué a trabajar en colegios con alumnos con necesidades especiales. Viví un año donde los niños me escupían, me mordían y me pegaban. Luego me iba a casa y vivía con otros 5 guiris que cada dos por tres me echaban la bronca por tonterías. Fue un año duro de cojones, eso si el inglés lo mejoré un huevo y descubrí que la psicología no es lo mío. El día que me despidieron tuve que ir a urgencias porque un alumno me había mordido en el brazo y estaba sangrando. Al día siguiente recuerdo ir por las calles de Croydon y a medio día se estaban llevando a un chaval fiambre en ambulancia porque lo habían apuñalado. Puede sonar a invent pero no lo es. Ese día recuerdo que le dije por WhatsApp a un colega de la carrera “tío, tiro la toalla con Inglaterra, ya no puedo más”, a lo que su respuesta fue “si te vas a rendir hay vuelos baratos desde Londres a Tailandia, puedes pegarte un último homenaje”. Mire vuelos y por 400 libras habían vuelos de ida y vuelta, así que le dije a mi casero que me iba y en dos días tenía el vuelo.
Para un paleto de Benidorm que no había salido mucho del pueblo la experiencia de llegar de noche y ver las luces de Suvarnabum mientras tenía el corazón que se me salía por la boca es algo que nunca olvidaré. Cuando aterrizas ves que hay muchas tías, muchas putas y las tías te miran más por ser blanco pero eso al final casi que me da igual, aunque en el momento si que sumaba. Pero es la comodidad de estar aquí, el ir en chanclas y con la moto a todas partes, el sentirme seguro en la calle. Tienes un 7/11 y una parada de mototaxi en cada esquina, el Grab está a un precio razonable igual que los vuelos nacionales.
Soy de Benidorm y no sabes lo coñazo y aburrido que es salvo un par de meses al año. Aquí es que me pasan historias todas las semanas. El “eh farang ¿donde vas? Siéntate a cenar con nosotros” me pasa bastante a menudo. Tengo un vídeo de Krammer rodeado de prepuberes invitándole a beber en la playa y jaleándole mientras se amorra de la botella.
Ahora me hace la colada mi novia, pero el año pasado recuerdo los sábados por la mañana, levantarme para ir al gimnasio, salir del gimnasio y recoger la ropa limpia de la tienda por 100 baht y sentarme a comer un pollo con arroz por 40 baht. Sientes que tienes tiempo para hacer lo que te da la gana. Las cervezas con los compañeros después del trabajo poniéndose el sol en la playa de Rayong. Para mi esas cosas tienen mucho sabor.
Luego está el tema del idioma. El tailandés es un idioma que acojona cuando lo ves porque a parte de usar unas letras diferentes no tiene espacios silábicos. Pues yo dije “por mis cojones que voy a aprender”.Para mi ver que he sido capaz de aprenderlo y de hablarlo me da una sensación de autoeficacia que no veas. Hablar tailandés me hace feliz,
@Kramer99 puede decirlo que ha visto como se me ilumina la cara cuando lo hablo.
Aunque soy católico siempre me ha atraído el budismo. Aquí los monjes al amanecer van por los puestos de comida recolectando y los vendedores se ponen de rodillas para que el monje los bendiga. Pues a mi escuchar a los monjes cantando mantras mientras voy de camino al colegio o ver las estatuas gigantes en medio de la nada son cosas que me fascinan.
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El aprender a ir en moto, el no tener que esperar al verano para bañarte en la piscina, el que la profe tai compañera del trabajo te salude con una sonrisa, el descubrir nuevos sabores o los juegos populares que están prohibidos. Una vez mientras me cortaban el pelo me invitaron a echar una partidita a esto:
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No diría que lo amo, más bien es una cultura que me ha absorbido.