Antes a los chavales se los educaba como a perros de Pavlov, ¿sabéis por qué? Pues porque funcionaba. Hostia preventiva, otra para asegurar, y a llorar al rincón como las niñas. Su comportamiento se esculpía con la lógica del castigo/recompensa. Pero yo digo que el universo no es coherente, no puedes predecir sus preferencias y respuestas, a veces los subnormales más abyectos son alzados hasta los altares de la gloria. No hay justicia en nuestro cosmos, sólo caos. Por eso propongo que a los niños no se les pegue cuando se comporten mal, sino SIEMPRE, sin seguir ningún patrón fijo, sino un esquema totalmente aleatorio. El día de Reyes, después de recibir una PlayStation con varios juegos, una patada giratoria a sus endebles dientes de leche y quemar la consola en el comedor en sacrificio al azaroso porvenir. Otro día, sin motivo, sorprenderlo a medianoche mientras se arropa a su osito bajo las sábanas y amparados por la oscuridad desmontarle el esqueleto a hostias. Si se ha caído jugando en el parque, besarle la heridita, curársela con mercromina y, inesperadamente, castigar su vientre con un uppercut traidor.
Educar bajo los principios de castigos y hostias sin sentido que deberán prepararlo para los pozos de irracionalidad desencantada en los que tendrá que sobrevivir hasta el día de su muerte. No hagáis ni puto caso a los pedagogos, fuman demasiados porros en la facultad. Los críos deben estar contínuamente expuestos a la violencia arbitraria, así lo mandan las leyes del universo.
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