Fiestas de cockslada, tendría yo 11 años o así. A mi nunca me han gustado mucho lo de las atracciones y menos las que son montadas por gitanos en una mañana, pero bueno resulta que me habían llamado para ir a las fiestas un par de chavales digamos de un estamento superior al mío. Eran del barrio pero se iban con los malotes y tenían cierta fama. Por la mañana había estado con ellos jugando al fútbol y debí caerles en gracia y me dijeron de ir a las fiestas por la tarde.
Ya allí, vemos una atracción que se llama " el martillo" que es como la barca vikinga esa pero da la vuelta completa. Dicen de montar y yo ya sé que las voy a pasar más putas que Caín, pero a ver quien era el guapo de decir que no montaba.
Pues nada, ya dentro y cuando hemos dado un par de vueltas noto que el estomago me empieza a traicionar. Empiezo a salivar de la hostia y en un momento dado empiezo a tralllar sin mesura alguna. La puta historia es que vomitaba y al seguir moviéndose la atracción la raba nos daba de frente o nos caía encima a todos. Recuerdo ver tropezones por los asientos y los barrotes de la atracción. Uno de los que venía conmigo me miraba y se reía, no podía parar de reír. Los demás que estaban en la atracción se cargaban en dios y gritaban " para ya, hijo de puta"
Cuando bajamos salimos corriendo porque los de la atracción nos querían fostiar. Cuando ya habíamos huido y estábamos limpiándonos la pota el que no podía parar de reír estaba serio y me dijo que le había dado pena en la atracción. Lo dijo, o eso percibí yo, con la pena que yo siento por los disminuidos que ya son adultos y van de la mano de su madre de 90 años. Lo dijo con una lastima infinita.
Me dijo que bueno que ellos se quedaban por allí, que me fuese para casa ya si quería.
Y hasta ahí llegó mi tonteo con la popularidad.
Yo tengo un familiar lejano que participó en la ruleta de la fortuna hace unos 25 años.
Seguiré con otra de devueltos. Estos hechos acontecieron en un campus escolar deportivo de verano. Dicho evento tenía unos diez días de duración y en él se practicaban distintos deportes con predominancia del baloncesto. En uno de estos días nos llevaron a un puerto deportivo cercano para pasar una mañana montando en barcos de vela, zodiacs y cosas por el estilo. Acudí junto al resto de compañeros más muerto que vivo previendo lo que se avecinaba pero a la vez aferrándome a una tenue esperanza de que tal vez la cosa esta vez podría ser diferente. Pero no lo fue.
Yo fuí en un grupo de unos ocho y nos montaron en un barco de vela bastante pequeño. Hacía un viento de bastantes nudos y bastante oleaje así que imaginen como oscilaba aquello. Encima había que ir cambiándose de lado cada pocos segundos para compensar el cambio de la vela. la botavara y su puta madre. Debí de aguantar sobre unos diez minutos o un cuarto de hora. Avisé al monitor y le dije señor creo que me estoy mareando. Al rato llegó una zodiac llena de chicas de la misma edad que nosotros más o menos de unos catorce o quince años. Decidieron cambiarme ahí pensando que tal vez se me pasase pero ahí fue cuando se abrió la veda.
Empecé a vomitar en la zodiac, echándolo todo al mar mediterráneo mientras escuchaba las voces de esas chicas decir que asco tía al compás de cada arcada y de cada expulsión de jugos gástricos y demás. Una llegó a señalar que ella nunca había vomitado en toda su vida. En días posteriores una de ellas me preguntaba si estaba bien. Pero lo que en un principio parecía ser bondad pasó a ser sorna y me lo preguntaba ya excesivamente y sin venir a cuento.
Me bajaron de la zodiac y me quedé tumbado en el muelle con una toalla encima del asfalto. Hasta que un monitor del campus me llevó al alojamiento. Allí me quedé tumbado yo solo sobre una hora. Cuando se me fue pasando me hice una paja de pie en un lavabo.
Dios nos ha regalado a algunos el don de la fatiga rápida. Soy de nausea fácil, pese a ello no me he encontrado en una situación tan comprometida. Recuerdo los viajes de navidad en familia, cuando llegaba pasaba una tarde entera para recuperarme, especialmente si conducía mi señora madre, a base de trazos cortos e inseguros en las curvas, frenadas, acelerones y coche revolucionado, no existía la posibilidad de que parasen a descansar, me tenía que joder y ya está, cuando llegaba me bajaba tambaleando y con arcadas como si me estuviera ahogando.
Por eso, en cuanto pude me saqué el carnet de conducir, la única manera de viajar con nulas posibilidades de mareo. Entre anécdotas con este tema recuerdo.
- La vez que fui en un barquito con mi abuelo y varios primos, al poco ya estaba bastante jodido y con ganas de vomitar, así que como todavía estabamos a unos 2 kilómetros de la costa, les dije ahí sus quedáis, me tire del barco y me fui nadando a la playa. Mi abuelo luego al verme me decía que me había dado un vahío en la bahia, y me estuvo repitiendo la misma gilipollez todo el día.
- La vez que en un autobús eché un plato cocinado en una bolsa del Pryca, Un autobús de un pueblo, 1 hora de curvas, recién comido unos espaguetis carbonara. Los eché enteritos, sin digerir, me dío pena porque se podía haber comido de nuevo, el señor del asiento de al lado impertérrito. Cuando salimos espera a que saliera este y deje la bolsa de espaguetis allí.
No se con que está relacionado exactamente esto, el sentido de equilibrio y la orientación, tener un estómago de mierda. De sentido de la orientación soy nulo, cuando nos decían en gimnasia de dar volteretas, siempre salía por un lado, no ere capaz de ir recto.