Anoche un subnormal empezó a aporrear una puerta y a porfiar hasta desgañitarse. El pobre hombre decía cosas como: me tienes hasta la polla, abre o la abro, eres una hija de puta, no te vas a llevar a la niña, y el "me tienes hasta la polla" lo decía con impotencia.
Después tiró una bombona por la ventana de la escalera y dio a un coche y una maceta. Los vecinos le amenazaron con rajarle vivo si hacía algo a los coches, pero él se encabritaba y les retaba a que bajasen y se pegaran de hostias en la calle. Bajó uno, se encararon, y el pobre hombre casi llorando decía que acababa de llegar de trabajar, no de tocarse lo huevos, no, de trabajar, y que su mujer le estaba tocando la polla, como siempre. No es literal, parece ser que la muy puta le pincha y le amarga la existencia al pobre hombre que perdió los papeles y se puso hecho un basilisco a las tantas de la noche, con el bochornazo que hizo anoche.
Daba patadas a la puerta y no le abría la zorra de la mujer que decía: vergüenza te tenía que dar lo que estás haciendo con tus hijos, sinvergüenza, voy a llamar a la policía, y cosas de esas para picarle más aún al pobre hombre. Y cuando llegaron los de azul, la muy zorra, decía: a ver si ahora tienes huevos a pegar a la puerta, cobarde, cobarde.
Ese ha dormido en el calabozo, y todo porque después de trabajar y llegar a casa, su mujer había cerrado por dentro y no le dejaba entrar.
Ah, se me ha olvidado decir que justo debajo del piso del jaleo vive una vieja que salió la balcón en camisón para no perder detalle y era como una enviada especial al lugar de los hechos, no paraba de retransmitir todo lo que pasaba en voz alta, no sé si era por los nervios o qué, pero a la vieja le dio por ahí la ventolera y estuvo como una hora narrando en viva voz todo lo que pasaba para que los demás vecinos que estábamos asomados a las ventanas nos enterásemos bien de todo.