Muy de acuerdo con todo tu post, pero me gustaría que matizaras este matiz. Entendiendo que el precio real varía para cada persona (a uno la misma tía puede ponerle un precio exorbitante y regalárselo a otro), ¿qué precio es el que tú habrías de pagar y por qué no te sale a cuenta?
Realmente no es que ellas les pongan un precio a unos y otro a otros, eso es lo que parece desde nuestra perspectiva cuando a unos se les da el producto inmediatamente y a otros se les niega o se les ponen condiciones, lo que pasa es que en el momento en que vemos esta aparente diferencia de trato no nos damos cuenta de que los que reciben el producto instantáneamente son ricos, ricos en atracción (algunos desde la cuna), y nosotros pobres. Esa perspectiva la tenemos mientras la tenemos porque no comprendemos la naturaleza de la divisa que se usa, que es la atracción masculina.
En parte muchos no hemos comprendido la naturaleza de esta divisa (la atracción) porque no se habla de ella a las claras, sino que se dice "sé tú mismo" o "todas las personas son iguales (en su solvencia) ante la ley (del coño)"; el hecho de que dicha divisa masculina existe y se usa y puede ser obtenida y acumulada, y cómo hacerlo, es la verdad de la que hablaba antes.
Dicho esto, y asumiendo que hemos comprendido y aceptado la realidad de esta transacción, cada mujer tiene un nivel aproximado de precio, que tampoco es algo fácilmente cuantificable, pero que depende de la calidad del producto que ella tenga (tanto la real como la percibida), lo cual provoca que tenga una cierta cantidad de ofertas, lo cual a su vez también condiciona sus decisiones.
Al final, entonces, habiendo comprendido y aceptado la naturaleza de la economía sexual, nos vamos a una cuestión de mínimos: cuál es el nivel de calidad de producto femenino que tiene que tener una para que yo quiera comprárselo y cuál es el precio en atracción masculina que ella pide para obtenerlo, y cuánto esfuerzo me cuesta a mi obtener dicho capital (siendo el esfuerzo ya algo subjetivo) Y la realidad de mi propio deseo es que,
por circunstancias mías particulares, el esfuerzo que me costaría obtener el capital necesario para el mínimo de producto que me gusta se me hace subjetivamente inasumible. Básicamente, en mi caso que he sido pobre desde el principio, la cantidad de cambios que debo implementar en mi vida para empezar a acumular dicho capital la percibo excesiva, y
dado que el producto tampoco es algo estrictamente necesario para la existencia, al final sigo existiendo sin implementar dichos cambios, porque no deseo el producto lo suficiente como para que me compense el esfuerzo.
Esta no es tampoco una situación estática, a veces veo productos pasar a mi lado que hacen que me replantee cuál es la calidad mínima que deseo. Pero al final la cosa es que yo he aprendido a vivir sin el producto (porque, repito, no es necesario para la existencia, ya que de hecho el objetivo biológico de la existencia es obtenerlo, por eso no puede ser a la vez condición previa y objetivo final) Es como cuando a uno le cuentan que hay unos indios en la selva que solo comen raíces y hormigas y gusanos y uno dice "Así no se puede vivir." Pero sí que se puede, yo llevo 46 años haciéndolo.