LA HISTORIA DE NORBERTO
En el pueblo donde vivía antes hay un gordo que se llama Norberto.
Ese gordo fue informado cierto día de que el orgasmo más placentero de un hombre se alcanzaba introduciendo un palillo por el agujero del prepucio en el momento de eyacular.
Norberto es muy tonto y no tiene hamijos, todo lo más algún conocido que se burla de él, y en una de estas que se la está cascando en su casa solito se acordó de lo del palillo, así que cogió uno que tenía por la cocina y se lo metió en el agujerillo cuando iba a lefarla. El problema es que no era un palillo redondo, sino plano.
El palillo se le astilló dentro del agujero del prepucio debido a la fuerza y la incompetencia con la que fue introducido, y al intentar Norberto sacarlo se partió dejando su semillita punzante dentro de su manubrio.
Norberto sabía que necesitaba ayuda médica, por lo que acudió al hospital como buenamente pudo. Cuando le preguntaron cómo había llegado la astilla allí Norberto contestó:
En esto que la enfermera se partió toda la caja de él y luego lo fue contando -en los pueblos somos asín- y ahora todo el mundo conoce a Norberto por esta infame anécdota que ya nunca se borrará de la memoria colectiva hasta la próxima generación.
En el pueblo donde vivía antes hay un gordo que se llama Norberto.
Ese gordo fue informado cierto día de que el orgasmo más placentero de un hombre se alcanzaba introduciendo un palillo por el agujero del prepucio en el momento de eyacular.
Norberto es muy tonto y no tiene hamijos, todo lo más algún conocido que se burla de él, y en una de estas que se la está cascando en su casa solito se acordó de lo del palillo, así que cogió uno que tenía por la cocina y se lo metió en el agujerillo cuando iba a lefarla. El problema es que no era un palillo redondo, sino plano.
El palillo se le astilló dentro del agujero del prepucio debido a la fuerza y la incompetencia con la que fue introducido, y al intentar Norberto sacarlo se partió dejando su semillita punzante dentro de su manubrio.
Norberto sabía que necesitaba ayuda médica, por lo que acudió al hospital como buenamente pudo. Cuando le preguntaron cómo había llegado la astilla allí Norberto contestó:
Pues resulta que estaba andando por el pasillo de mi casa -desnudo- y me tropecé -con el pene erecto- y en la juntura de las losas del suelo había un palillo colocado estratégicamente para que se mantuviera en vertical, y justo mi pene cayó encima del palillo con tan mala suerte que se me introdujo éste por el agujero del prepucio, y por eso tengo una astilla clavada
En esto que la enfermera se partió toda la caja de él y luego lo fue contando -en los pueblos somos asín- y ahora todo el mundo conoce a Norberto por esta infame anécdota que ya nunca se borrará de la memoria colectiva hasta la próxima generación.