El odio que albergo en mi interior me da una fuerza tal que podría matar a cualquier persona con mis propias manos, de hecho muchas veces tengo que controlar esa fuerza psicópata cuando estoy o me cruzo por la calle con determinados desperdicios humanos. Matar a sillazos es poco elegante, prefiero matarlo a puñetazos y patadas en la cabeza.
Yo soy el típico psicópata aletargado que a los atardeceres se da una vuelta por los descampados para ver si por casualidad me topo con una puta, un indigente o un yonki solitario y allí mismo, con la luz poética del atardecer, le reviento la cabeza mientras me libero de mi ira homicida. ¿no sé si os pasa también a vosotros?
Los descampados al atardecer, cuando el cielo se tiñe de rojo, es un escenario muy bonito para matar, ¿no os parece?