Qué de mala hostia me han puesto tres gilipollas en el aeropuerto esta tarde. Estaba a la espera del embarque y estaban las tres niñatas que debían haber pasado unos días en Londres de vacaciones enseñándose las fotos y los vídeos. Bueno, niñatas de veintimuchos, pero niñatas aún. Ay, María, mira mira este vídeo. Zas, vídeo vertical. Mira este otro. Otro vídeo en vertical. "Ahí salgo de refilón, casi no salgo". Normal, gilipollas, si pones el vídeo en vertical a la que te muevas a un lado no sales. Ay, mira este otro. Adivinad, sí, en vertical. Las tres enseñándose vídeos en sus iPhones última generación TODOS en vertical. ¡Ay, tía qué guay!¡Mira, mira, si abro el internet me salen las pestañas que tengo en el iPad! ¡Hala tía! ¿En serio? ¿Cómo lo has hecho? Ay, no sé, pero es guay.
Pero qué hijas de puta, joder, qué panda de retrasadas, qué putas inútiles, que tienen todas su iPhone, su iPad y no saben más que sacarse fotos a sí mismas y grabar todos los vídeos en vertical, y de todas las demás cosas no saben ni que existen, como la sincronización de pestañas. Se gastan mil euros en dos cacharritos (o más de dos mil, porque las idiotas estas son de las que tienen también el MacBook pro) para nada, para whatsappear y para usar el Facebook. Es que las inflaba a hostias a todas estas moñas con su iGilipollez, eso por no decir nada de la insulsez y apabullante estolidez de su conversación inane. Pero ellas lo valen. Pero luego somos los hombres los que las ponemos un techo de cristal y no sé qué hostias, cuando no valen ni para freír un huevo. Eso seguro que tampoco lo saben hacer, pero comer pollas fijo que sí.