Le Déserteur rebuznó:
Un saludo a todos los antisociales navideños que han entrado a este hilo atraídos por el título.
Así que este año he decidido pasar de todo Dios. Voy a enumerar los 3 simples pasos que he seguido:
1.- Ninguna felicitación, ya sea personal o laboral. Esto implica no devolver ningún SMS o mail de ningún tipo. Como mucho, la próxima semana enviaré algún mensaje cachondo relacionado con el Fin de Año.
2.- Nada de regalos. Mi entorno más cercano ya sabe que no soy de comprar muchas cosas, aparte de algún detalle útil. Pero este año, ni agua, ya están todos apercibidos. He exigido lo mismo para mi persona, es decir, no quiero que NADIE me regale nada. Digo regale, cuando debería decir compre, odio la palabra regalo.
3.- Cero asistencia a reuniones familiares. No ha sido tan difícil como esperaba, eso de repartir los días entre mi familia y en el pueblo de mi pareja se ha acabado. A la familia se lo he dejado claro y mi pareja le dirá a los suyos que estoy con mi familia este año. De hecho no se porqué les miente ya que me la suda bastante, pero parece que a ella no.
Pues me había olvidado por completo, pero creo que en la nochevieja del 2010-2011 hice algo que no sé si otros habrán hecho alguna vez, pero que si tambíen lo han hecho, por dios, que lo cuenten.
Fingí mi propia muerte a un amigo.
Y no era un amigo cualquiera, era de los dos amigos más íntimos del momento.
Lo conocí en la universidad. Un chaval de un pequeño pueblo de Sevilla, muy buena persona, muy noble y que excepto por su marcada impuntualidad, nunca me falló.
Después de la universidad, solíamos quedar en un pueblo a medio camino entre nuestras respectivas residencias. Algunas veces íbamos a la capital Cordobesa, y otras venía él a mi pueblo, o iba yo al pueblo donde residía.
El caso es que él empezó a salir con una mujer viuda con dos hijos, y cada vez nos veíamos menos (que tampoco es que nos viesemos muy a menudo, cada par de meses a lo sumo). Hasta el punto en que pasaban cuatro o cinco meses y nadie sabía nada del otro.
Total, que en esta nochevieja de 2010, ignoro por qué motivo, estaba de una mala leche y con un cabreo impresionante. Algo así como con ganas de matar aumentando, y en aquel preciso momento (y muchos momentos después) la amistad me parecía un concepto absurdo, intrascendente y sin relevancia alguna.
En esto que estaba sólo en la habitación, viendo una película, y recibo un mensaje veinte minutos antes de la medianoche, tras casi nueve meses sin saber nada del amigo, al que vamos a llamar Isidro, porque es su nombre.
Ni recuerdo lo que me escribió, pero vamos, lo típico de buenos deseos y Voy a ver si me como un buen pollón nuevo y que a ver si nos vemos.
Pense en no contestarlo, pero no sé por qué extraño motivo, pulsando los botones con furia, escribí algo así como (no recuerdo las palabras exactas): Hola Isido, soy xxxx, la hermana de Darkiano. Siento decirte que Darkiano se suicidó hace dos meses. Aun estamos todos destrozados, pensé que lo sabías, tengo su móvil por si llamaba algún amigo que no supiera. Un abrazo y Voy a ver si me como un buen pollón nuevo.
Al final envió tres mensajes consecutivos de lo largo que me salío el mensaje (y eso que escribí con lenguaje SMS, algo que nunca hago, pero para despistar y dar más credibilidad, lo hice en esa ocasión).
Cinco minutos antes de las doce (sorprendentemente, no había colapso en las líneas telefónicas, cosa inusitada) recibo otro mensaje con algo así como "lo siento muchísimo, yo lo quería, mucho, era la parsona más sincera que he conocido. Besos. Hasta siempre". A lo que contesté, un par de minutos antes de la media noche. "Hasta siempre Isidro, besos".
Ignoro si se lo tragó o no, doy por hecho que sí, porque jamás volví a recibir llamada suya ni misteriosas llamadas de números ocultos "para comprobar", y un par de meses recibí en mi correo electrónico un "Darkiano, contesta...", como si me fuese a aparecer de forma sobrenatural o algo así.
Me lo imaginé ahí, con la cuenta atrás de las uvas y con el último mensaje aun calentito en el móvil y no pude evitar estallar en unas escandalosas carcajadas. Sencillamente no podía parar de reir, casi empecé a pensar que me había vuelvo loco (me refiero a más de lo habitual) y que era un camino de no retorno.
Al final, me eché una meada y volví a meterme en el sobre, a continuar de ver la película.
Se lo comenté a una "amiga especial" a la que hacía esporádicas y cariñosas visitas y empezó a partirse de risa igualmente, aunque por otra parte no paraba de decirme lo hijo de puta que había sido.
También se lo conté al otro amigo que tenía (este de mi localidad) y tras una risita por lo bajini, me dijo "lo mejor será que no vuelvas a contactar con él, porque si lo haces no creo que él quiera retomar el contacto, y al menos ahora guarda de ti un buen recuerdo".
Dicho y hecho.
Algo curioso es que no me he arrepentido en ningún momento de ello. Lo único que pienso, cuando pienso en el tema: "es mejor así". E insisto que era uno de los mejores amigos y que no tenía ningún problema en absoluto con él.
Después de eso como que el valor de la amistad para mi se ha vuelto bastante relativo, de hecho considero la amistad como una especie de lastre absurdo y sin sentido. Llamo amigos a mis conocidos, pero no los considero como tales, e incluso he llegado a asumir que en el tema emocional soy un verdadero psicópata, aunque uno bueno, como Dexter o algo así.
Que pase el siguiente.