stavroguin 11
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- 14 Oct 2010
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Mi casa es mi castillo, que decía aquel hijo (de puta) de la pérfida Albión. Y, viviendo donde vivo, nunca creí que pudiera verlo profanado.
Este último martes festivo, tras una profunda siesta vespertina postbuceo, salí a sacar un par de bolsas de basura al contenedor (hoy no toca alusión al tónicas, o sí). Cuando intenté volver a entrar en casa, la llave que tres horas antes abría la puerta con la suavidad de un coño bien lubricado, no entraba en la cerradura. Tras un buen rato de intentos infructuosos, tuve que llamar a un cerrajero (por suerte voy con el móvil hasta para eso). 120 aurelios del ala por cambio de cerradura, que según él podría haber sido forzada con una llave maestra...
Vivo en una zona tranquila de una ciudad que podría pasar por una adormidera. Me pareció una hipótesis poco plausible, tanto en cuanto no puedo imaginarme un intento de allanamiento a plena luz del día en un piso repleto de vecinos. Así que olvidé el asunto.
Hoy llegué un poco tarde del trabajo. Antes de la siesta de rigor llamaron al telefonillo de la calle. Como no esperaba envíos ni visitas, no me molesté en contestar y me tumbé a dormir la siesta...
Medía hora después, la duermevela se convirtió en una vigilia con tintes siniestros. Porque, de manera que no cabía ninguna duda, pude escuchar claramente el ruido en la cerradura de la puerta de la casa al intentar ser forzada con una llave.
Sin tiempo para pensar, lancé un grito de rabia y me dirigí como un rayo hacia la puerta, tras la que no distinguí absolutamente a nadie, con cierto alivio, pues tuve tiempo de calibrar posibilidades que iban desde un yonki colgado a un albanokosovar con fusil automático.
Primera reacción racional y civilizada: aviso a los vecinos de rellano y presidente de comunidad para que estén al loro. Me entero de que otra vecina tuvo problemas hoy con la cerradura. Denuncia oportuna en los topboxes de turno, con una neumática MILF de uniforme:
La segunda reacción obedeció a mi parte cerril y ultramontana. En una céntrica tienda adquirí de vuelta a casa un paquete de cartuchos para mi flamante escopeta de tiro al plato.
Esta semana VOX planteó el tema de la autodefensa en el domicilio. Me pareció una metedura de pata en un país con unos niveles de violencia tan bajos como éste. Ahora empiezo a ver la otra cara de la moneda. Por el momento, y para entretenerme, voy buscando el mejor ángulo de tiro desde el pasillo. El próximo empleo del allanador de morada que se deje caer por aquí puede ser el de criba o filtro colador.
Este último martes festivo, tras una profunda siesta vespertina postbuceo, salí a sacar un par de bolsas de basura al contenedor (hoy no toca alusión al tónicas, o sí). Cuando intenté volver a entrar en casa, la llave que tres horas antes abría la puerta con la suavidad de un coño bien lubricado, no entraba en la cerradura. Tras un buen rato de intentos infructuosos, tuve que llamar a un cerrajero (por suerte voy con el móvil hasta para eso). 120 aurelios del ala por cambio de cerradura, que según él podría haber sido forzada con una llave maestra...
Vivo en una zona tranquila de una ciudad que podría pasar por una adormidera. Me pareció una hipótesis poco plausible, tanto en cuanto no puedo imaginarme un intento de allanamiento a plena luz del día en un piso repleto de vecinos. Así que olvidé el asunto.
Hoy llegué un poco tarde del trabajo. Antes de la siesta de rigor llamaron al telefonillo de la calle. Como no esperaba envíos ni visitas, no me molesté en contestar y me tumbé a dormir la siesta...
Medía hora después, la duermevela se convirtió en una vigilia con tintes siniestros. Porque, de manera que no cabía ninguna duda, pude escuchar claramente el ruido en la cerradura de la puerta de la casa al intentar ser forzada con una llave.
Sin tiempo para pensar, lancé un grito de rabia y me dirigí como un rayo hacia la puerta, tras la que no distinguí absolutamente a nadie, con cierto alivio, pues tuve tiempo de calibrar posibilidades que iban desde un yonki colgado a un albanokosovar con fusil automático.
Primera reacción racional y civilizada: aviso a los vecinos de rellano y presidente de comunidad para que estén al loro. Me entero de que otra vecina tuvo problemas hoy con la cerradura. Denuncia oportuna en los topboxes de turno, con una neumática MILF de uniforme:
La segunda reacción obedeció a mi parte cerril y ultramontana. En una céntrica tienda adquirí de vuelta a casa un paquete de cartuchos para mi flamante escopeta de tiro al plato.
Esta semana VOX planteó el tema de la autodefensa en el domicilio. Me pareció una metedura de pata en un país con unos niveles de violencia tan bajos como éste. Ahora empiezo a ver la otra cara de la moneda. Por el momento, y para entretenerme, voy buscando el mejor ángulo de tiro desde el pasillo. El próximo empleo del allanador de morada que se deje caer por aquí puede ser el de criba o filtro colador.
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