Hilo del maltrato infaltil, o como curtir a tus hijos

curro jimenez

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Que tal amigos.

A raiz de la expe de @ Tileno con la guarrilla aquella que le pegó un palizon, me ha venido a la cabeza una expe mia con otra que mordía de mas y las consecuencias que me trajo.

Estaba yo con 14 o 15 años liado con una con una que era un año menos que yo. Era todo morreos y tocamientos por fuera de la ropa. Pero que morreos!!!!

Un dia se puso a besarme el pescuezo y a darme chupetones. Me dejo el cuello como si un dracula mellado hubiese intentado chuparme la sangre. Cuando me vi en mi casa por la mañana solo pensaba en lo triunfador que iba a ser en el recreo. Pero al salir del baño me encontre con la guardia civil, o sea, en mi puta mierda de opinión que no vale ni para tomar por culo, mi madre. Cuando me vió el cuello como lo llevaba casi le da algo. Pensaba que me había peleado, pero al ver mi risilla tonta cuando oí lo de la pelea rapidamente supo de que era. y fue casi peor que que si me hubiese peleado.

Me pilló de una oreja y me llevó delante de mi padre. A mi viejo no le hizo mucha gracia que fuese así de marcado, pero como sabía que había sido con un tia tampoco hizo mucho caso, cosa que enrrabió mucho mas a mi madre que empezó a darme alpargatazos en el culo mientras yo corria a lo Benny Hill por el comedor huyendo de ella y dandole vueltas a la mesa. Mi padre se canso prontpo de aquello, saco la pierna, tropecé con ella y me fui de boca al suelo. Mi madre me agarró de los pelos y me dijo que fuera la ultima vez que yo asomaba asi de marcado a la casa. que eramos una familia decente. Si, me dijo aquello....

Pues como no estaba por la labor de cobrar otra vez, cada vez que esta dejaba de besarme y tiraba cuello abajo la agarraba de los pelos y le decía que en el cuello no, que no me gustaba.

Así que a base de tirones de pelo y un par de alpargatazos aprendí que en mi casa no se podía entrar con chupetones en el cuello.

Alguien mas aprendió a fuerza de palos??? Que lecciones se os quedaron grabadas a fuego despues de una somanta de palos???

Si recuerdo que mi parienta hará un par de años, haciendo la gracia, me hizo un chupeton y a mi madre se le puso la vena del cuello como la goma del butano cuando me vió
 
Última edición:
De chico tenía los pies planos y mis padres se gastaban fortunones en médicos y zapatos y plantillas ortopédicas. Un día, tras estrenar un pack completo, me fui con los colegas al monte y volví con los zapatos destrozados. Fue tal la somanta de hostias que me dieron que nunca más se me ocurrió ir al monte con zapatos nuevos y siempre tengo unos viejos para esas cosas.
 
Pues hombre, el que haya nacido antes de exactamente el 13 de febrero de 1985 le han molido a palos alguna vez.
Mi puta madre era muy mano suelta y su forma de avisar era alzar la mano y amagar con la hostia. Si seguías haciendo lo que ella no consideraba una conducta apropiada, la mano bajaba a la velocidad de la luz hacia tu puta boca. Ni cuento hasta tres, ni un deja de hacer eso ni hostias. Mano arriba y si no paras en ese segundo, mano abajo.
Lección no aprendí ninguna, la verdad. Recuerdo alguna paliza más dolorosa, eso sí. Por ejemplo un día que estaba yo más agilipollao de la cuenta viendo la tele mientras cenaba y me dijo que dejase de ver la tele y cenase. Me puse a ello pero otra vez los ojos se me fueron a la caja tonta y cuando quise reaccionar mi madre ya me había pegado un croché en la cara que me había tirado de espaldas. Lo que tenía en la boca salió disparado y entre lo que salió disparado había un diente que me había roto, la muy hija de puta. La lección la debió aprender ella porque se tuvo que gastar el dinero que no tenía en arreglarme el piño.
Recuerdo otra especialmente humillante y es que en un cumpleaños mío, estaba ahí celebrándolo con mis amiguitos y había que cortar la tarta. Dije de cortarla yo y mi madre " deja el cuchillo" fui a responder un " pero mam..." y sin poder acabar la frase ya me había ahostiado delante de todos.
Bueno yo que se, es que de esas podría contar mil.
Mi padre no se involucró mucho en mi educación y ello hacía que no me calentase nada más que una vez. Pero qué vez, amigos. Qué vez. No recuerdo exactamente que fue lo que desencadenó todo, pero sé que él fue derecho a pillar todas mis chapas y las tiró por la ventana, el muy puto loco. Yo con las manos en la cabeza que qué coño había hecho, que era mi bien más preciado. Como respuesta y adelantándose a lo que años más tarde seria la famosa volea de Zidane, me dió una patada en el costado que me mandó contra la pared. Reboté en ella y allí en el suelo a 4 patas como la puta que soy el árbitro debió pitar penalti porque mi padre tomó carrerilla y práctico conmigo el famoso tiro con efecto de caída de Oliver atom. Me quedé tirado en el suelo, mirando al techo, y sentí dos o tres patadas más, pero más flojas, como tiritos de Raúl y no de Roberto Carlos como los anteriores.
Mi madre acudió a la escena escandalizada, más cínica imposible, amenazando a mi padre que nl me volviese a tocar, como si todo aquello fuese nuevo para ella.
 
La culpa de que los niños de hoy estén asalvajados y hagan lo que les salen del pito o del coño, las tienen sus putos padres porque en su día no supieron o no le dieron las hostias necesarias para encarrilarte por el buen camino de la seriedad, la educación, la dignidad y el respeto hacia el prójimo. Paso a contar mi historia:

Mis abuelos maternos vivieron en mi casa desde que tengo uso de razón y para mí eran como unos segundos padres. De hecho, concretamente mi abuelo era mejor padre que mi padre real, porque debido a su trabajo, este último no aparecía en casa hasta las tantas de la tarde-noche, cenaba y se iba a dormir, un día tras otro, así que la imagen paternal que guardo con más afecto es la de mi abuelo, que era quien hablaba conmigo, quien me contaba sus historias de la guerra en la que participó como sargento, etc.

Mi abuelo tenía por costumbre, todas las tardes, después del almuerzo, llevarme a ver los trenes. Me cogía de la mano, cuando aún tenía 5-6 años de edad y hacíamos cada día el mismo camino hasta llegar a las vías, que distaban de mi casa aproximadamente un kilómetro. Cuando llegamos junto a los raíles, cruzábamos al otro lado por un paso a nivel sin barreras y él se sentaba siempre en una piedra que había allí mientras yo correteaba y miraba pasar los trenes. Como podéis comprender, en el tiempo que estábamos allí descansando, él se fumaba su purito y, a veces, no pudiendo resistir el sueño, se echaba una pequeña siesta sentado con los ojos cerrados, pero sin perder el equilibrio jamás, mientras yo hacía el ganso corriendo detrás de una palomita, de un pájaro o mirando embobado como se acercaba un tren a los que yo, en mi infantil inocencia, ponía nombres propios o le daba atributos casi humanos o animales: "el tren bruto", "la cochinita", "la bala roja" (el Talgo), etc.

Cada tarde, sin excepción, él me avisaba de que jamás debía cruzar las vías sin su permiso o ponerme encima de ellas, cosa que yo nunca hacía por temor a llevarme una somantá de hostias.

Una tarde, en la que el pobre estaría más cansado y yo más travieso de lo necesario, me dio por acercarme a él, tirarle de la ropa y viendo que estaba más dormido que el conde Drácula a las 2 del mediodía, me dio la nefasta idea de regresar solo a casa: no sólo crucé las vías sin su permiso sino que me encaminé por el camino que yo creía que era el correcto para regresar a mi dulce hogar. A medio camino, de regreso, me encontré con una señora que al verme solo por la calle, tan pequeño, a esas horas (serían las 4 ó las 5 de la tarde), me paró, me cogió de la mano y empezó a interrogarme: "¿Cómo te llamas?, ¿Y tú de quién eres?", "¿Dónde está tu casa?" Yo sin reparo alguno, le di toda la información pertinente como si estuviera interrogándome la KGB poniéndome electrodos en los güevos o metiéndome astillas bajo las uñas, de manera que a la señora le costó menos de 2 minutos saber dónde tenía que llevarme y quiénes eran mis padres.

En esto, mi abuelo se había despertado, y asustado al no verme allí, dio un brinco y salió disparado en mi persecución buscándome como si se le fuera la vida en ello. Iba yo andando caminito de mi casa de la mano de aquella buena señora cuando siento una hostia en la cara que me dejó zumbando el oído derecho como si me hubiera estallado al lado una granada que casi me tira al suelo y, acto seguido, sin ni siquiera haber podido reaccionar, mi abuelo se lió a darme palmadas a mano abierta en el culo que me lo puso como un tomate maduro de estos que con apretarlos se convierten en zumo. No le importó lo más mínimo la presencia de la mencionada mujer ni que yo fuera de su mano camino de mi casa.

No sé si lloré mucho o poco o si di berridos, pero una cosa es cierta: nunca más en toda mi infancia crucé de nuevo las vías solo, nunca más me escapé del lado de mi abuelo cuando salíamos juntos y puedo decir sin equivocarme que es la persona, desgraciadamente ya muerta hace muchos años, a la que más he querido en esta vida.

Aquel castigo fue mucho más útil y práctico para mi educación que cualquiera de estos diálogos de gilipollas que mantienen los padres actuales con sus putos desechos genéticos para intentar hacerles creer que son maduros y o que no deben patear a la ancianita que pasa a su lado, porque eso no es divertido. Si los padres o los abuelos de hoy dieran las hostias a mano abierta que nos dieron a nosotros, otro gallo les cantaría a esos gamberros de un metro de estatura que tienen menos vergüenza que Phoenix Marie en las películas porno.

Prosigan...
 
Última edición:
31 de Diciembre (lo escribo con mayúscula, podéis chuparme muy mucho el nabo) de 1982. Tendría menos de 10-11 años.
23:59, preparados para las campanadas de Nochevieja.
Ding dong, dong...uva va, uva viene.
Enciendo dos bengalas.

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Y en vez de cogerlas en paralelo, se me ocurre ponerlas cruzadas.
Primer resultado: en cuanto se tocan las partes ya consumidas, se caen. A la alfombra. Que se empieza a quemar. Y que, tras ser apagada rápidamente por mis hamados progenitores, ante la vista del resto de parentela, acaba con dos boquetes perfectamente identificables.
Segundo resultado, el que interesa: empecé el 83 caliente y en la cama.
 
Especificaciones técnicas

Proyectil guiado de búsqueda autónoma para castigar infantes

Sistema de lanzamiento: madre cabreada con un brazo como el de un quarterback.

Posibles daños: Chichones, lacerationes, enrojecimiento de la piel, hinchazón y orgullo herido.

Tipos de Proyectil: Tacón de madera, suela de goma, y flor en el empeine
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En el hogar que me tocó nacer y crecer siempre ha habido hostias que se rifaban y muy pocos habíamos comprado boletos por lo que no había nunca mucho misterio acerca de a quién le iba a tocar. Además, soy el varón pequeño por lo que a las hostias que podrían provenir de mi madre y/o padre se sumaban las de mis dos hermanos predecesores (10 y 5 años mayores que uno). Supongo que mi background sobre hostias recibidas en plan familiar se podrá asemejar al de cualquiera con la misma configuración familiar en un 90-95%.

Lo que a día de hoy recuerdo y me sigue produciendo escalofríos acompañados de sudor frío recorriendo mi columna vertebral es lo que solía ocurrir en la mesa a la hora de comer cuando no me gustaba lo que había puesto dentro del plato y me negaba a comerlo. Cuando se daba tal circunstancia, mi padre le decía a mi madre: 'tráeme el cambiador de ideas'.

Ahí ya sabía que estaba jodido y que no había vuelta atrás. Con ese pseudónimo mi padre se refería a la escoba, ni más ni menos. Entonces, comenzaba el ritual en sí. Yo acojonado perdido por lo que se venía encima y nervioso intentaba hacer entender a mi padre (iluso que es uno) que de verdad eso no me gustaba, que no le hacía ascos por capricho pero a él eso le daba igual; se había puesto ya en modo Juez Dreed. Cogía la escoba por la parte del cepillo, se levantaba el palo y lo bajaba para hostiarme vivo: primero, en los dedos; como no podía comer porque no podía sujertar el cubierto llegaba la segunda, en la mano; ya con lágrimas recorriendo mi infantil rostro y la mano demasiado roja para poder hacer nada intentaba decirle que parase pero llegaba ya la tercera, en la cabeza. Esta última la repetía dos o tres veces hasta que mi madre le convencía para que parase.

Lo peor es que yo no sacaba ninguna lección con esto porque simplemente esa comida no me gustaba y me daba asco comerla por lo que cada vez que en mi casa tocaba comer según qué platos el ritual volvía a realizarse.

Como entenderéis, nunca tuve mucha gana ni ilusión de compartir mesa con mi padre.
 
Lo que más me dolía a mi eran las ostias psicológicas. Mi padre se pasó un par de años si hablarme, ignorándome, y yo hacía como que no pasaba nada, donde coño podía ir.

Una vez llegué tarde a casa, y me soltó un sermón de media hora a grito pelado, que el se levantaba a las 6 de la mañana para darme de comer y no se que mierda.

Una vez era pequeño y mi madre estaba con sus amigas, y le di un susto por detrás, y se levantó y me dio una ostia en toda la boca. Tendría 3 o 4 años, y ese fue mi primer recuerdo de la vida. Luego me hice el dormido intentando disimular que no había pasado nada. Los niños normalmente saben que la magia no existe cuando saben lo de los reyes y demás, yo lo supe en aquel momento en que mi madre me abrió la boca.

La siguiente fue que se habían comprado un silló nuevo, una puta mierda de sillón. A mi al segundo dia sin querer se me derramó un poco de cola cao en el sillón, y mi madre empezó a gritar como una loca ¡el sillón el sillón el sillón el sillón! mientras me daba una ostia en la pierna. Estuve un tiempo que ni me atrevía a sentarme.

Mi padre no quería que estudiase. Me llevaba a trabajar con 14 años, el día que le dije que no volvía a ir, se armó la de dios en casa. Me llamaban de inútil para arriba. Cuando todo estaba medio arreglado, les dije que me largaba de casa con la novia, y mi padre preguntó cuando sería la boda, le dije que no había boda, y estuvo otro añito más sin hablarme, eso que me ahorro.

Una vez viendo el puto futbol, mi padre es un facha, por eso me da tanto asco el puto madrid, y por coherencia el puto barça. Estaba jugando el puto madrid, y mi padre empezó a criticar al equipo rival, y yo le dije que el madrid también era una mierda, se levantó y me miró con una cara asesina que me tuve que ir a la habitación acojonado.

Querían que fuera bien vestido, con el pelo corto y demás, una noche me cortaron el pelo a traición. Me criticaban por el barrio, luego me decían que la gente me llamaba maricón y yonqui. Para ellos la apariencia y lo que puedan pensar los vecinos lo es todo.

En fin, no es el nivel de @Apofis en cuanto a maltrato, que vuelvo a decirle lo que le dije una vez, que me parte el alma ver como hay gente capaz de tratar así a un niño, pero era un maltrato psicológico que me acojonaba. A veces prefería una ostia antes de que me estuvieran meses sin hablar e ignorándome como si fuera o fuese una puta mierda que estorbaba, que a fin de cuentas era el sentimiento que tenía.
 
Última edición:
En el hogar que me tocó nacer y crecer siempre ha habido hostias que se rifaban y muy pocos habíamos comprado boletos por lo que no había nunca mucho misterio acerca de a quién le iba a tocar. Además, soy el varón pequeño por lo que a las hostias que podrían provenir de mi madre y/o padre se sumaban las de mis dos hermanos predecesores (10 y 5 años mayores que uno). Supongo que mi background sobre hostias recibidas en plan familiar se podrá asemejar al de cualquiera con la misma configuración familiar en un 90-95%.

Lo que a día de hoy recuerdo y me sigue produciendo escalofríos acompañados de sudor frío recorriendo mi columna vertebral es lo que solía ocurrir en la mesa a la hora de comer cuando no me gustaba lo que había puesto dentro del plato y me negaba a comerlo. Cuando se daba tal circunstancia, mi padre le decía a mi madre: 'tráeme el cambiador de ideas'.

Ahí ya sabía que estaba jodido y que no había vuelta atrás. Con ese pseudónimo mi padre se refería a la escoba, ni más ni menos. Entonces, comenzaba el ritual en sí. Yo acojonado perdido por lo que se venía encima y nervioso intentaba hacer entender a mi padre (iluso que es uno) que de verdad eso no me gustaba, que no le hacía ascos por capricho pero a él eso le daba igual; se había puesto ya en modo Juez Dreed. Cogía la escoba por la parte del cepillo, se levantaba el palo y lo bajaba para hostiarme vivo: primero, en los dedos; como no podía comer porque no podía sujertar el cubierto llegaba la segunda, en la mano; ya con lágrimas recorriendo mi infantil rostro y la mano demasiado roja para poder hacer nada intentaba decirle que parase pero llegaba ya la tercera, en la cabeza. Esta última la repetía dos o tres veces hasta que mi madre le convencía para que parase.

Lo peor es que yo no sacaba ninguna lección con esto porque simplemente esa comida no me gustaba y me daba asco comerla por lo que cada vez que en mi casa tocaba comer según qué platos el ritual volvía a realizarse.

Como entenderéis, nunca tuve mucha gana ni ilusión de compartir mesa con mi padre.
Con todo el respeto que le tengo, permítame decirle que su padre de usted era un grandísimo hijo de puta.
Sin acritud.
 
Lo que más me dolía a mi eran las ostias psicológicas. Mi padre se pasó un par de años si hablarme, ignorándome, y yo hacía como que no pasaba nada, donde coño podía ir.

Una vez llegué tarde a casa, y me soltó un sermón de media hora a grito pelado, que el se levantaba a las 6 de la mañana para darme de comer y no se que mierda.

Una vez era pequeño y mi madre estaba con sus amigas, y le di un susto por detrás, y se levantó y me dio una ostia en toda la boca. Tendría 3 o 4 años, y ese fue mi primer recuerdo de la vida. Luego me hice el dormido intentando disimular que no había pasado nada. Los niños normalmente saben que la magia no existe cuando saben lo de los reyes y demás, yo lo supe en aquel momento en que mi madre me abrió la boca.

La siguiente fue que se habían comprado un silló nuevo, una puta mierda de sillón. A mi al segundo dia sin querer se me derramó un poco de cola cao en el sillón, y mi madre empezó a gritar como una loca ¡el sillón el sillón el sillón el sillón! mientras me daba una ostia en la pierna. Estuve un tiempo que ni me atrevía a sentarme.

Mi padre no quería que estudiase. Me llevaba a trabajar con 14 años, el día que le dije que no volvía a ir, se armó la de dios en casa. Me llamaban de inútil para arriba. Cuando todo estaba medio arreglado, les dije que me largaba de casa con la novia, y mi padre preguntó cuando sería la boda, le dije que no había boda, y estuvo otro añito más sin hablarme, eso que me ahorro.

Una vez viendo el puto futbol, mi padre es un facha, por eso me da tanto asco el puto madrid, y por coherencia el puto barça. Estaba jugando el puto madrid, y mi padre empezó a criticar al equipo rival, y yo le dije que el madrid también era una mierda, se levantó y me miró con una cara asesina que me tuve que ir a la habitación acojonado.

Querían que fuera bien vestido, con el pelo corto y demás, una noche me cortaron el pelo a traición. Me criticaban por el barrio, luego me decían que la gente me llamaba maricón y yonqui. Para ellos la apariencia y lo que puedan pensar los vecinos lo es todo.

En fin, no es el nivel de @Apofis en cuanto a maltrato, que vuelvo a decirle lo que le dije una vez, que me parte el alma ver como hay gente capaz de tratar así a un niño, pero era un maltrato psicológico que me acojonaba. A veces prefería una ostia antes de que me estuvieran meses sin hablar e ignorándome como si fuera o fuese una puta mierda que estorbaba, que a fin de cuentas era el sentimiento que tenía.


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Si no fuese por el floro, no conocería lo afortunado que he sido y que soy.
En el plano familiar, buena infancia y juventuc, así como edac adulta.

Mis problemas eran con mi madre por no comer, y con mi viejo porque por desgracia, las matemáticas y todo lo relacionado con las mismas nunca me entró bien en la cabetsa. A día de hoy, sigo contando con los dedos.

Nunca me hicieron nada por intentar follarme amigas de mi madre a la tierna edad de 15; o por fumar, por tener problemas con la policía y el cannabis, por destrozar motos, coches, quemar portales, graffitis y demás milongas.

Unos santos.
 
Última edición:
Si no fuese por el floro, no conocería lo afortunado que he sido y que soy.
En el plano familiar, buena infancia y juventuc, así como edac adulta.

Mis problemas eran con mi madre por no comer, y con mi viejo porque por desgracia, las matemáticas y todo lo relacionado con las mismas nunca me entró bien en la cabetsa. A día de hoy, sigo contando con los dedos.

Nunca me hicieron nada por intentar follarme amigas de mi madre a la tierna edad de 15; o por fumar, por tener problemas con la policía y el cannabis, por destrozar motos, coches, quemar portales, graffitis y demás milongas.

Unos santos.
Hay que unir su post con la primera parte de @NuncaEstoy
 
Hay que unir su post con la primera parte de @NuncaEstoy
No crea. Pocas personas verá más cívicas y respetuosas con el prójimo que servidor. Fue una pequeña fase. Hasta que me di cuenta que no tenía cojones para afrontar las consecuencias de mis actos vandálicos frente a las víctimas agraviadas.

No peguen a los niños, por Dios, que luego se quedan calvos.
 
Última edición:
Si no fuese por el floro, no conocería lo afortunado que he sido y que soy.
En el plano familiar, buena infancia y juventuc, así como edac adulta.

Mis problemas eran con mi madre por no comer, y con mi viejo porque por desgracia, las matemáticas y todo lo relacionado con las mismas nunca me entró bien en la cabetsa. A día de hoy, sigo contando con los dedos.

Porque eras malo para comer o por algo más grave? Lo de tu padre era porque le preocupaba que no aprendieras o porque no tenía paciencia para enseñarte?
 
Porque eras malo para comer o por algo más grave? Lo de tu padre era porque le preocupaba que no aprendieras o porque no tenía paciencia para enseñarte?

Porque no me gustaba comer, y porque antes de comer solía hincharme a galletas en el salón, rechazando la comida, para al cabo de media hora, volver a morirme de hambre. Y así todos los días.

A mi viejo no le entraba en la cabeza que no aprobase. Creía que aprobar matemáticas era cuestión de ponerle ganas e ir a clases particulares, pero a Dios pongo por testigo, que mis esfuerzos por intentar comprender lo para mí incomprensible eran sinceros. Lo mismo con las valencias en química, etcétera, etcétera.

Al final, cero a cero, semana a semana, uno se va quedando atrás y asume su papel de subnormal.

Pero aquí hemos venido a hablar de madres que pegan puñetazos en la boca del estómago y padres que dejan dormir a los hijos en la terraza en pleno invierno tapados con dos bolsas del Spar sobre una esterilla de sushi.
 
Última edición:
Hoy antes de subir, veo a un vecino padre de una niña de unos 3-4 años.
La niña dando unos gritos de 120 db, uno detrás de otro, que seguro que por fuera del edificio han acudido los huargos de la provincia. Y el padre:
- Nena, no grites.
Con un tono lacio insoportable.

Nos espera un gran futuro, yes.
 
Hoy antes de subir, veo a un vecino padre de una niña de unos 3-4 años.
La niña dando unos gritos de 120 db, uno detrás de otro, que seguro que por fuera del edificio han acudido los huargos de la provincia. Y el padre:
- Nena, no grites.
Con un tono lacio insoportable.

Nos espera un gran futuro, yes.
No recuerdo en que momento mi madre me tiro de los pelos por que grité de mas. Pero si tengo fresco el recuerdo de la frase, que no te lo vuelva a repetir!!!

Con esa frase yo bajaba el tono inmediatamente. Se que cobré en algún momento, por que oír esa frase me daba pánico
 
Por historias de la vida mi padre no estaba presente en casa. Entre eso y que fuimos tres hermanos muy seguidos en aquellos tiempo sin lo suyo consejos que le llovian a mí madre eran del tipo, mano dura, son machos no dejes que se te tuerzan y así, y vaya que lo tomo en serio hasta los 16 creo que salí a paliza diaria.
 
Bueno ahí va la mía, tendría unos 13 años y estaban de moda los Tamagotchi:

oQB6rUA.png


No hacen falta presentaciones, unos simpáticos bichos que había que alimentar y tener contentos o se volvían emos y se morían.

El caso es que me había aficionado a robar cosas, primero en kioscos con periódicos, interviús, películas... y luego subiendo el nivel, en aquella época aparentaba menos edad y tenía cara de bueno, por lo que no levantaba sospechas. Habiendo saqueado media sección de videojuegos para pc en una tienda que se llamaba Virgin, ya me podía considerar un pícaro nivel 70.

EL GRAN GOLPE

Me habían dicho que robar en el Carrefour(Prica entonces) estaba tirado, pues bueno, allá que vamos. Fanfarroneo en clase de que voy a ir a por Tamagotchis al por mayor y que si alguno quiere, me los encargue por 500 pesetas y hago una lista.

- Estela la puta, tamagotchi rosa.
- Juanma, tamatgochi amarillo.
- Así hasta 8.

Como eran muchos y estaba lejos me llevo un amic, craso error, el plan era:

TV9iZO1.png


Salir de clase, ir a casa a dejar las mochilas y hacerse los 5 kilómetros, que en coche son 10 minutos, pero a paso huevón y que a tramos había que ir por la autovía, no se ni a que hora lleguemos.

Era un carrefour de esos con parking grande, donde iba la gente a hacer la compra mensual el fin de semana normalmente. Allí que estábamos mi colega el moro :face: y yo, un martes con el sitio medio vacío, en aquel entonces me pareció un plan sin fisuras. // En realidad moro/apu era el apodo, pues de padre Sevillano y renegrido, hijo color caca.

Una vez dentro localizamos los tamagotchis, estaban en un pasillo bastante a la vista y la caja era de plástico duro transparente, problemas everywhere. Nos pasamos por la sección herramientas a por un cúter, y tras varios paseos y disimulos, logramos sacar uno que me guardo en los calzoncillos. Meh, 30 minutazos, después de hablar, el plan b era trasvasarlos al pasillo de los balones, donde no había ni dios y hacer un saqueo en condiciones. Guardamos uno sin abrir entre los balones y al ir a por otro nos echan mano y nos llevan a un cuartucho. Llevábamos el casio sincronizado porque habíamos visto muchas películas, pero íbamos despreocupados de los vigilantes de paisano.

Nos acojona con que va a llamar a la policía y enseñarles el vídeo si no decimos la verdad, que nos habían escuchado hablar de ello por los pasillos. Cantamos lo del tamagotchi de los balones/cúter y del otro nos callamos como zorras, nos pide los números de teléfono para que nos vengan a recoger y como buenos sucnors le damos los reales.

Llamada 1 de vago recuerdo:

- Señora tal, está aquí su hijo Rhodium que lo hemos pillado robando, puede venir a recogerlo?
- Blaos varios, pásamelo un momento.
- Hey mama, luego te cuento :???:, nos puedes venir a recoger?
- LKJDAÑLJDFADJALAKDJÑLKA, si has ido andando ahora te vuelves igual, ya verás cuando llegues a casa, te voy a arrancar los pelos.
- sadpepe.


Llamada 2:

- No lo coge nadie y le dejan un mensaje en el contestador, que si quiere más información llame al número tal. Suputamadre.

Un apunte, los padres de mi amic estaban separados y vivía con la madre, años después me la encontré en una discoteca de música house con gente de 18-20tantos, ella con 50 palos dando la nota. El chaval era famoso en el colegio porque decía que le gustaba desayunar estofado :lol:, la cruda realidad sería que le dejaban una olla con potaje y la madre ausente.

Nos dejan ir.

El Retorno

Os podéis imaginar la agonía de la vuelta, sabedor de una paliza. El plan era decir que había sido idea suya y yo sólo lo acompañaba y viceversa, a ver si se minimizaban daños.

Él pudo borrar la cinta pero yo no corrí la misma suerte, mi madre se transformó a ratos en Bud Spencer, a ratos en cara anchoa, hice la táctica del bicho bola pero vaya la que me dieron, después de eso se me fueron las ganas paulatinamente de tocar nada ajeno.
 
Bueno ahí va la mía, tendría unos 13 años y estaban de moda los Tamagotchi:

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No hacen falta presentaciones, unos simpáticos bichos que había que alimentar y tener contentos o se volvían emos y se morían.

El caso es que me había aficionado a robar cosas, primero en kioscos con periódicos, interviús, películas... y luego subiendo el nivel, en aquella época aparentaba menos edad y tenía cara de bueno, por lo que no levantaba sospechas. Habiendo saqueado media sección de videojuegos para pc en una tienda que se llamaba Virgin, ya me podía considerar un pícaro nivel 70.

EL GRAN GOLPE

Me habían dicho que robar en el Carrefour(Prica entonces) estaba tirado, pues bueno, allá que vamos. Fanfarroneo en clase de que voy a ir a por Tamagotchis al por mayor y que si alguno quiere, me los encargue por 500 pesetas y hago una lista.

- Estela la puta, tamagotchi rosa.
- Juanma, tamatgochi amarillo.
- Así hasta 8.

Como eran muchos y estaba lejos me llevo un amic, craso error, el plan era:

TV9iZO1.png


Salir de clase, ir a casa a dejar las mochilas y hacerse los 5 kilómetros, que en coche son 10 minutos, pero a paso huevón y que a tramos había que ir por la autovía, no se ni a que hora lleguemos.

Era un carrefour de esos con parking grande, donde iba la gente a hacer la compra mensual el fin de semana normalmente. Allí que estábamos mi colega el moro :face: y yo, un martes con el sitio medio vacío, en aquel entonces me pareció un plan sin fisuras. // En realidad moro/apu era el apodo, pues de padre Sevillano y renegrido, hijo color caca.

Una vez dentro localizamos los tamagotchis, estaban en un pasillo bastante a la vista y la caja era de plástico duro transparente, problemas everywhere. Nos pasamos por la sección herramientas a por un cúter, y tras varios paseos y disimulos, logramos sacar uno que me guardo en los calzoncillos. Meh, 30 minutazos, después de hablar, el plan b era trasvasarlos al pasillo de los balones, donde no había ni dios y hacer un saqueo en condiciones. Guardamos uno sin abrir entre los balones y al ir a por otro nos echan mano y nos llevan a un cuartucho. Llevábamos el casio sincronizado porque habíamos visto muchas películas, pero íbamos despreocupados de los vigilantes de paisano.

Nos acojona con que va a llamar a la policía y enseñarles el vídeo si no decimos la verdad, que nos habían escuchado hablar de ello por los pasillos. Cantamos lo del tamagotchi de los balones/cúter y del otro nos callamos como zorras, nos pide los números de teléfono para que nos vengan a recoger y como buenos sucnors le damos los reales.

Llamada 1 de vago recuerdo:

- Señora tal, está aquí su hijo Rhodium que lo hemos pillado robando, puede venir a recogerlo?
- Blaos varios, pásamelo un momento.
- Hey mama, luego te cuento :???:, nos puedes venir a recoger?
- LKJDAÑLJDFADJALAKDJÑLKA, si has ido andando ahora te vuelves igual, ya verás cuando llegues a casa, te voy a arrancar los pelos.
- sadpepe.


Llamada 2:

- No lo coge nadie y le dejan un mensaje en el contestador, que si quiere más información llame al número tal. Suputamadre.

Un apunte, los padres de mi amic estaban separados y vivía con la madre, años después me la encontré en una discoteca de música house con gente de 18-20tantos, ella con 50 palos dando la nota. El chaval era famoso en el colegio porque decía que le gustaba desayunar estofado :lol:, la cruda realidad sería que le dejaban una olla con potaje y la madre ausente.

Nos dejan ir.

El Retorno

Os podéis imaginar la agonía de la vuelta, sabedor de una paliza. El plan era decir que había sido idea suya y yo sólo lo acompañaba y viceversa, a ver si se minimizaban daños.

Él pudo borrar la cinta pero yo no corrí la misma suerte, mi madre se transformó a ratos en Bud Spencer, a ratos en cara anchoa, hice la táctica del bicho bola pero vaya la que me dieron, después de eso se me fueron las ganas paulatinamente de tocar nada ajeno.
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mi madre me daba con el cinturon, pero del lado de la ebilla. pocas ostias tengo llevado con el puto cinto, merecidas todas. Mi padre era mas comedido para esas cosas, solo me ostiaba cuando algun profesor le iba con la retaila de que me portaba mal en clase y le hacia bulling a otros tios.
 
Me encantan las historias infantiles del forero medio :face:
Algo que si ha cambiado a peor y lo noto es la forma de hablar. A mi de niño contestar mal o decir una palabrota era sinónimo de ostia. Nunca se me ocurría. Hoy en día los niños se cagan en su puta madre y no pasa nada. Así va el pais
 
Mi madre me habrá pegado en el culo con la zapatilla de estar por casa como mucho media docena de veces, una vez con el palo de la escoba pero con más ganas de asustar que de hacer daño ya que ni recuerdo que me hiciese daño y otra vez con un bote de crema para manos. Esta vez fue totalmente inmerecida ya que la hostia iba para mi hermano pequeño, este escapó y yo que no me esperaba castigo me quedé quieto riéndome y pillé.
Mi padre jamás nos puso la mano encima.

En vaya familias de mierda habéis crecido algunos, no me extrañan para nada la cantidad de taras que tenéis. So hijosdeputa!
 
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