cuellopavo
Frikazo
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Yo creo que hay muchas clases de inteligencia. Así hay gente brillantísima en física nuclear y nula en inteligencia mecánica, y por tanto incapaz de solucionar cualquier problemilla técnico en su vida doméstica, desde arreglar un enchufe a desmontar un grifo. Mientras que a otras personas incapaces de leerse un sólo libro, y más si es de física, les basta sin embargo con oír un motor en marcha para saber dónde está la avería. O ven una vez cómo se desmonta un motor para volver a montarlo sin ayuda de ningún manual.
Hay gente dotada de una portentosa inteligencia intuitiva, capaz de escribir los más bellos poemas o de pintar los cuadros abstractos más impactantes, combinando los colores de manera sublime, y sin embargo son nulos para las matemáticas o para seguir un libro escrito a base de razonamientos lógicos.
Hay verdaderos linces para los negocios incapaces sin embargo para entender la trama de una novela más o menos compleja.
Esto me lleva al tema, del que tanto se viene escribiendo últimamente. También existe la inteligencia emocional. Hay personas condenadas a equivocarse continuamente de pareja, mientras que otros ven clarísimo desde el principio al tipo de persona que necesitan a su lado.
A lo mejor resulta que lo que hasta ahora se ha llamado inteligencia, y que se ha venido midiendo mediante pruebas por los psicólogos, sólo recoge algunos de estos tipos de inteligencia: las que permiten un mayor progreso en los estudios teóricos.
La inteligencia tiende a ser confundida con la aptitud para unas determinadas funciones que no pasan de ser capacidades fuera de lo común para cuestiones concretas y torpeza generalizada para las demás.
Para mí la inteligencia si no es integral no es inteligencia que deba considerarse como brillante. Un físico puede ser brillante como tal sin ser excesivamente inteligente. El ser realmente inteligente es aquel que está dotado muy por encima de la media y lo demuestra hasta en los actos más sencillos. El típico sabio despistado no va más allá del autista.
Creo asimismo que la inteligencia real nada tiene que ver con una gran cultura. Es más, me atrevería a decir que la cultura puede incluso dañar el potencial real de la persona inteligente al restar espontaneidad a su brillantez natural.
Hay gente dotada de una portentosa inteligencia intuitiva, capaz de escribir los más bellos poemas o de pintar los cuadros abstractos más impactantes, combinando los colores de manera sublime, y sin embargo son nulos para las matemáticas o para seguir un libro escrito a base de razonamientos lógicos.
Hay verdaderos linces para los negocios incapaces sin embargo para entender la trama de una novela más o menos compleja.
Esto me lleva al tema, del que tanto se viene escribiendo últimamente. También existe la inteligencia emocional. Hay personas condenadas a equivocarse continuamente de pareja, mientras que otros ven clarísimo desde el principio al tipo de persona que necesitan a su lado.
A lo mejor resulta que lo que hasta ahora se ha llamado inteligencia, y que se ha venido midiendo mediante pruebas por los psicólogos, sólo recoge algunos de estos tipos de inteligencia: las que permiten un mayor progreso en los estudios teóricos.
La inteligencia tiende a ser confundida con la aptitud para unas determinadas funciones que no pasan de ser capacidades fuera de lo común para cuestiones concretas y torpeza generalizada para las demás.
Para mí la inteligencia si no es integral no es inteligencia que deba considerarse como brillante. Un físico puede ser brillante como tal sin ser excesivamente inteligente. El ser realmente inteligente es aquel que está dotado muy por encima de la media y lo demuestra hasta en los actos más sencillos. El típico sabio despistado no va más allá del autista.
Creo asimismo que la inteligencia real nada tiene que ver con una gran cultura. Es más, me atrevería a decir que la cultura puede incluso dañar el potencial real de la persona inteligente al restar espontaneidad a su brillantez natural.