Distingamos entre los subnormales que van por la calzada, buscando el morro del coche que se los lleve al Cielo, las veintañeras pizpiretas y culipompas que van por su carril bici sin meterse con nadie, y los subnormales, que son los que le lijan a uno, peatón, dos en el patinete, pelos planchados y teñidos, tobillos al vuelo, móvil a mano y, como no podía ser de otra forma, jugándose la propia vida Y la del prójimo, que aquí está la diferencia.
Porque vamos, aún de frente da tiempo a algo, pero no pocas veces he notado el movimiento del aire, sorpresivo a mi lado (porque no hacen ruido, los cabrones), pasándome a más velocidad de la recomendable si me impactan en la espalda. Lo de recomendable es por distinguir entre hostia, hostión, hijoputada, Echenique, muerte.
Nuestra Administración, Dios la tenga en cuenta, ya vela por los intereses de los paga impuestos. No a tiempo, claro, o no sería un nido de mirlos-funcis, reaccionando meses después de la explosión de subnormalidad patinetera (la enésima), y leo que la DGT ya se frota las manos en lo de proteger al pacífico y, de paso, sablear al subnormal. Eso sí, cuando haya gobierno, que ahora da perecita.
Como con los perritos que cagan en las aceras, y los perritos que se comen gente, lo sigo viendo bien simple. Cámaras, unos días de cárcel, y el 10% de los ingresos brutos anuales del infractor para el erario. Y así es como se acaban las tonterías, que ir por la acera de nuestras ciudades casi es ya cruzar de una Corea a la Otra cantando el "Soy minero".