En “Giant steps” habíamos planteado cómo “engañar” al oído con tres centros tonales que se suceden a tal velocidad que nuestro cerebro los procesa como simulacro de atonalidad. Un símil más entendible serían los fotogramas por segundo en el cine capaces de crear la ilusión de movimiento.
Ahora vamos a analizar el caso contrario: la nota tenida, usual en la progresión armónica lenta. Típico caso: las baladas con armonía y melodía definidas.
Pero antes un preámbulo. Un poco de culturilla. En jazz, es usual la expansión de los acordes, es decir, aunque se plantee un tema con acordes sencillos (3 notas 1ª,3ª,5ª) se sobreentiende la extensión natural de cada acorde, con 6ª,9º, 11ª,13ª 7º, 5ª naturales, aumentadas o disminuidas dependiendo –generalmente- de la función del acorde dentro la tonalidad. La expansión de un acorde es inversamente proporcional a su definición. Un acorde de tres notas queda perfectamente definido al escucharlo; es claro, básico. Pero ese mismo acorde expandido en novenas, onceavas, quintas, aumentadas, etc. pierde definición pero gana en matices (Jazz) La paleta de siete colores o de siete notas de una tonalidad y tres para cada acorde de la misma, se vuelve casi infinitamente policroma. Una canción mexicana utiliza acordes básicos de 3 notas. Una bossa, la salsa etc. acordes expandidos (más ambiguos e insinuantes). El jazz también usa la expansión natural del acorde dentro de la tonalidad pero… ¡También utiliza la expansión intrínseca de ese acorde al margen de la tonalidad! Dando la sensación de modulación o cambio tonal que en realidad no es tal.
Una pequeña reseña de lo que es la expansión del acorde de una nota determinada (ej. Do mayor, do, mi sol, acorde básico) serían los armónicos implícitos en la nota que serían los doce sonidos: suenan aunque no nos demos cuenta: otra ilusión auditiva).
Los armónicos con más fuerza (aunque no los oigamos) son los que definen el acorde básico octava y quinta; los más alejados serían aquellas notas que dan color. Novenas, sextas, 5+, 5- etc.
Pero vamos a dar otra vuelta de tuerca “cultural”.
Un piano afinado siguiendo los armónicos naturales de un sonido, únicamente podría interpretar una obra en una tonalidad concreta ya que si elevamos un tono la interpretación de esa obra con la afinación original, sonaría a rayos.
Es entonces desde Bach, que la escala se vuelve simétrica por cojones; el clavecín bien temperado lo llamaron; es decir, la misma obra puede ahora ejecutarse en dos tonalidades diferentes y sonará exactamente igual.
Esto se consigue engañando al oído levemente variando la afinación de los 12 intervalos (7 notas de la escala más sus bemoles o sostenidos correspondientes) de forma casi inapreciable lo que facilita la interpretación musical de instrumentos a los que no se les puede variar la afinación como el piano, el clave, etc... Es decir, la escala que todos conocemos, do, re, mi fa, etc. posee una afinación forzada, cultural y que nos resulta totalmente aceptada por la costumbre desde la época del “clavecín bien temperado” con el fin de poder ser ejecutada indistintamente en cualquier tonalidad por cualquier instrumento. Actualmente un la sostenido y un si bemol suenan igual, pero en realidad son notas diferentes. No obstante es usual interpretar por instrumentos solistas capaces de variar la afinación, (violín, saxo, trompeta, voz, etc), la nota “verdadera” o “mal temperada” pero armónicamente genuina, consiguiéndose ese “color” especial. Es un efecto de gran autenticidad que algunos achacan a una leve desafinación (véase Pavarotti), que en realidad es todo lo contrario, jugar con la afinación “cultural” y la auténtica.
Otras culturas dividen la escala no en doce sonidos, sino en vente o más y para ellos es música coherente.
Bueno, y a qué venía este rollo… ah sí, pues al uso del vibrato, o vibrar un sonido o nota tenida en una frase musical por instrumentos capaces de variar la afinación, por ejemplo los nombrados saxo, violín etc. y generalmente en tiempos lentos con el fin de dar intención e intensidad a la nota. Expresividad.
Personalmente el vibrato gratuito no me gusta, salvo en estilos y épocas donde se componía teniendo en cuenta este adorno. Su forma de ejecución elegante sería atacar la nota “sin” vibrato y conforme avanza el tempo incorporar progresivamente el vibrato. Sería una interpretación “clásica”. Después, en épocas románticas o impresionistas, su uso ha variado ejecutándose a veces desde el ataque de la nota o por el contrario prescindiendo de dicho vibrato.
Y… que pasa con el jazz y el vibrato. Es una sensación personal que, los intérpretes más populistas lo usan bastante (Dave Bruveck) mientras que otros huyen del vibrato como de la peste (me encantan) véase Coltrane o Jan Garbarek, por poner dos ejemplos de épocas y continentes diferentes..
Coltrane interpretando un tema lennnnto: “naima”. Escuchad los finales de las frases y, cuando vibra la nota, lo hace en figuras rítmicas irregulares (no simétricas respecto al pulso o tempo del tema)
Coltrane y ahora.... Jan Garbarek, otro que huye del vibrato "gratuito". My Song: