Eso es una patología en toda regla.
Una cosa es gastar poco y no tirar el dinero, y otra no sólo vivir con lo básico, sino además ahorrar en eso hasta el punto de pasar carencias.
La vida hay que disfrutarla mientras se pueda, vaya a ser que te mueras y se quede todo en el banco. También es verdad que, si no te mueres, tienes que guardar para las vacas flacas, y como normalmente no te vas a morir, hay que guardar más de lo que gastas.
Primero: Gastos básicos, que considero ineludibles, como es la comida, luz, agua, ropa, alquiler o compra de vivienda, etc.
Segundo: Gastos no básicos pero necesarios, como es el vehículo para el caso de no poder prescindir de él en el curro (y ya puestos pues se aprovecha para usarlo en otras cosas, como ir a comprar a grandes superficies o lo que sea). Y por supuesto aquí metería el pago de impuestos de todo tipo, directos e indirectos, excepto los de alimentación y bebida.
Tercero: Gastos ni básicos ni necesarios físicamente, pero sí psicológicamente. Y es que para los que no sufran la patología del ahorro más allá de lo razonable, es esencial pegarse un capricho de vez en cuando, en proporción al dinero que uno gane.
Si yo gano, por poner un ejemplo, 600 euros al mes, poco me va a quedar para caprichos, pero algún día iría a comer a un chino, o me compraría algún que otro refresco, etc.
Si gano 2000 al mes y tengo el mismo gasto que ganando seiscientos, ahorraría dos euros y gastaría uno en caprichos que me hagan la vida mejor.
El ejemplo es las gafas VR que me acabo de pillar este més, 256 euros, si, pero he ahorrado setecientos, así que es un capricho que doy por bien empleado, cosa que no haría si ganase ochocientos euros, o lo haría pero sólo me daría un capricho al año.
En fin, que ni tanto ni tan calvo, hay que ser moderado, y siempre seguir la máxima de que para gastar uno hay que ahorrar dos.