Manías y equipo de investigación: Los vecinos

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la princesa del guisante.
Yo era así. Con 15 años tuve a una amiga durmiendo en Almería con las persianas cerradas a cal y canto. Y porque no roncaba la tía. Mi hermana de muy pequeña roncaba (tiene 3 años menos que yo) Y le restregaba peluches por la cara e incluso puede que llegara a asfixiarla de forma controlada con un cojín, que la pobre hablaba mucho desde chiquitita y lo contaba.
Y de repente se me empezó a pasar. Menos obras y ronquidos ahora aguanto luz, al gato, que llamen al telefonillo... Fue vivir en piso compartido desde los 23.
Pero ronquidos o algo constante no puedo me muero.
Te entiendo, príncipe con toc.
 
Yo era así. Con 15 años tuve a una amiga durmiendo en Almería con las persianas cerradas a cal y canto. Y porque no roncaba la tía. Mi hermana de muy pequeña roncaba (tiene 3 años menos que yo) Y le restregaba peluches por la cara e incluso puede que llegara a asfixiarla de forma controlada con un cojín, que la pobre hablaba mucho desde chiquitita y lo contaba.
Y de repente se me empezó a pasar. Menos obras y ronquidos ahora aguanto luz, al gato, que llamen al telefonillo... Fue vivir en piso compartido desde los 23.
Pero ronquidos o algo constante no puedo me muero.
Te entiendo, príncipe con toc.
Y algún que otro pollazo dormida también habrás aguantado...
 
Si no roncaba sí. Si roncaba empiezo a acumular disgusto y rabia, y me enfurezco.
 
Una vez viví en un bloques de gitanos. Ya lo he contado cienes de veces, me da pereza volver a contarlo pero vamos, que aquello fue el infierno. Vivían de noche y dormían todo el día, creo, porque por aquel entonces yo trabajaba en jornada continua y salía de casa temprano y no volvía hasta las tres y media o las las 5t5. Montaban zambras, que es como una reunión de primas casamenteras que se ponen a taconear mientras hablan de novios y cantan y tocan las palmas, sé que hablaban de novios porque aunque vivía debajo se las oía perfectamente berrear. La que tenía de vecina de planta en el patio de luces se paseaba por la casa en pelotas en verano, salía del baño con una toalla envuelta en el pelo y las tetas colganderas al aire. Por aquel entonces andaba más encelado que un mono y cuando la veía no podía dejar de mirar, cosa que me daba mucho miedo por si me veía el gitano y me rajaba allí mismo.
Me compré una cámara Beng digital que eran el no va más, de 1,2 px. Estaba como un niño con juguete nuevo y hacía fotos a todo. Se me ocurrió un día hacer unas fotos en el portal a dos gitanillas que estaban en la flor de la vida. Me vio una gitana vieja y se lo dijo a la abuela de una de las gitanillas. Un día me dio el alto en el portal y me pidió explicaciones de los hechos. Yo le dije que es que me gustaba hacer fotos, que era mi hobby. Pero la gitana que iba de riguroso luto no se avenía a explicaciones y me pedía la cámara, la dije que no, y entonces me pidió el carrete. :face: La expliqué como pude que no tenía carrete. Al final vieron el miedo en mi rostro y me dejaron ir.
Si alguna vez entraba al portal y no saludaba me montaban un pollo los gitanos, se les hacía ofensivo. Tenía que saludar al verlos o se lo tomaban muy a pecho. Ibas por las escaleras y los críos te atropellaban, te tenías que agarran a la barandilla si no querías rodar escaleras abajo. No recibí ni una puta carta en los meses que estuve allí, te abrían el buzón y se llevaban la correspondencia. No sé para qué porque no sabrían leer. Si no te esperabas y los sujetabas la puerta hasta que ellos llegasen, insultaban descaradamente. Pero claro, luego ellos te veían llegar y justo antes te cerraban la puerta con un par de cojones pasando de tu culo.
Llegaban al bloque y desde la calle llamaban a voces al que fuese, éste se asomaba a la ventana y hablaban para que toda la puta calle se enterase de sus problemas. Aparcaban en los putos vados, dejaban las putas furgones arrancadas mientras subían a ver a los primos y ahí se tiraba la puta furgoneta una hora encendida, claro, como el gasoil sería robado y estaría puenteada, no se complicaban.
Los niños bajaban del piso y llamaban al telefonillo para ponerse a hablar durante quince o veinte minutos.
A las 12: 30 de la noche oías a la gitana de arriba preguntar al marido a voces que si quería un café. Sí, un café a las tantas de la noche. Nunca entendí el porqué se hablaban a voces, como si cuando estuviesen juntos no se hablasen y al separarse de habitación tuviesen cosas super urgentes que decirse y por eso se vocearan unos a otros.
Y otro misterio que jamás resolví fue el misterio de los arrastres constantes de muebles de un sitio a otro a cualquier hora del día y la noche. Me supuse que serían los críos que arrastraban sillas o un tacataca.

Recuerdo que una noche llegué perjudicado de cojones, eran ferias, y había tomado drogas duras. Llevaba tal merluza que intenté abrir de madrugada la puerta de mi vecino de planta en vez de la mía. Al oírme hurgar en la cerradura la gitana abrió la puerta y en ese momento se me calló una moneda de dos euros que había confundido con la llave de mi casa. La puta moneda cayó de canto y rodó pasillo adentro entre la patas de la gitana que flipaba con la estampa. Y allí estaba yo pidiendo disculpas mientras en mi mente trataba de trazar un plan para salir airoso del asunto. Llamó al hijo, que era un cuarentón gordo que vivía con ella y me dijo que qué cojones estaba haciendo. Volví a pedir disculpas y del susto se me quitó un poco la torrija y pude encontrar la llave de mi puerta y meterme a salvo.

Un puto infierno. Los gitanos te echaban miradas de perdonavidas. Me desaparecía ropa del tendedero, cada vez le tocaba a un piso hacer la limpieza de toda la finca y se trasmitía el turno por medio de un cartón donde ponía "limpiar" que se colgaba en el pomo de la puerta del vecino. Pobre de mí como alguna vez me retrasase en limpiar las putas escaleras a los putos gitanos, me comían vivo las gitanas.

Aquello fue un infierno.
Mi pésame.

#etnia
#canguelo
#jaaa
 
Qué tenemos que creernos, la historia del Verru que no abre ni persianas ni ventanas, o la del que usa el tendedero comunitario?
 
Antes sí que abría ventanas, trabajaba e incluso iba a la feria y me drogaba con gente. Era un tipo raro pero ahí estaba, al pie del cañón. Luego sobre si destino se cernieron unos nubarrones oscuros que no presagiaban nada bueno y que trajeron una tormenta con aparato eléctrico y estruendo que me sumieron en el frío y la más absoluta grisura. Hasta que no escampe no pienso salir de mi guarida.
 
Yo me siento igual. Y hay gente física que intenta conmigo, se creen que me salvarán, y les desprecio profundamente y a la vez me hacen sentir culpable.
Es difícil todo.
 
Pero porque no quieres quedar conmigo al atardecer en las barrancas de Burujón para saltar juntos agarrados de la mano.
 
Pensaba recomendar que intentaras acabar tu vida con @dakilla, que era una perturbada con la que podías ser feliz. Lo había escrito y desechado, y entonces aparece ella para mostrarme que tenía razón.
 
Verruga, no puedo, soy súper responsable y tenfo padres y hermana. Y una esperanza tímida en mi corazón que nunca se muere. Y mucho vértigo.
 
Está bien, pero prométeme que estarás atenta a las noticias de sucesos de los periódicos regionales y soltarás un suspiro por mí, porque una lágrima sería mucho pedirte.
 
Saca al tarado se nos va, Abogado alcohólico dice que no llega al verano y ahora Verruga amenaza con tirarse por un terraplén.
Estamos cayendo como moscas
 
Kokillo lives!

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Foreveeeeeeer.
 
¿Nadie ha tenido que soportar a la vecina gorrona? Cuando era pequeño, tenía a una vecina que llamaba contínuamente a casa a pedir, bueno, más que a pedir, sus palabras eran dame. Al final terminó su vida con una barriga cirrótica.
También tuvimos a una traficante de medio pelo que a poco nos llena los rellanos de yonkis, eso sí, educados como ellos solos, pasabas y te decían, buenos días, mientras se metían el jaco tumbados.

Y el lol era un vecino sordo , el cual se pensaba que todos le entendíamos cuando hacía aspavientos , el pobre hombre no consiguió jamás que se pusiera un portero automático con cámara. Lo curioso que les salieron dos hijas perracas perdidas, una conocida por ir frecuentando discotecas en busca de algún coñito húmedo para llevarse a la boca.
 
Una vez viví en un bloques de gitanos. Ya lo he contado cienes de veces, me da pereza volver a contarlo pero vamos, que aquello fue el infierno. Vivían de noche y dormían todo el día, creo, porque por aquel entonces yo trabajaba en jornada continua y salía de casa temprano y no volvía hasta las tres y media o las las cuatro. Montaban zambras, que es como una reunión de primas casamenteras que se ponen a taconear mientras hablan de novios y cantan y tocan las palmas, sé que hablaban de novios porque aunque vivía debajo se las oía perfectamente berrear. La que tenía de vecina de planta en el patio de luces se paseaba por la casa en pelotas en verano, salía del baño con una toalla envuelta en el pelo y las tetas colganderas al aire. Por aquel entonces andaba más encelado que un mono y cuando la veía no podía dejar de mirar, cosa que me daba mucho miedo por si me veía el gitano y me rajaba allí mismo.
Me compré una cámara Beng digital que eran el no va más, de 1,2 px. Estaba como un niño con juguete nuevo y hacía fotos a todo. Se me ocurrió un día hacer unas fotos en el portal a dos gitanillas que estaban en la flor de la vida. Me vio una gitana vieja y se lo dijo a la abuela de una de las gitanillas. Un día me dio el alto en el portal y me pidió explicaciones de los hechos. Yo le dije que es que me gustaba hacer fotos, que era mi hobby. Pero la gitana que iba de riguroso luto no se avenía a explicaciones y me pedía la cámara, la dije que no, y entonces me pidió el carrete. :face: La expliqué como pude que no tenía carrete. Al final vieron el miedo en mi rostro y me dejaron ir.
Si alguna vez entraba al portal y no saludaba me montaban un pollo los gitanos, se les hacía ofensivo. Tenía que saludar al verlos o se lo tomaban muy a pecho. Ibas por las escaleras y los críos te atropellaban, te tenías que agarran a la barandilla si no querías rodar escaleras abajo. No recibí ni una puta carta en los meses que estuve allí, te abrían el buzón y se llevaban la correspondencia. No sé para qué porque no sabrían leer. Si no te esperabas y los sujetabas la puerta hasta que ellos llegasen, insultaban descaradamente. Pero claro, luego ellos te veían llegar y justo antes te cerraban la puerta con un par de cojones pasando de tu culo.
Llegaban al bloque y desde la calle llamaban a voces al que fuese, éste se asomaba a la ventana y hablaban para que toda la puta calle se enterase de sus problemas. Aparcaban en los putos vados, dejaban las putas furgones arrancadas mientras subían a ver a los primos y ahí se tiraba la puta furgoneta una hora encendida, claro, como el gasoil sería robado y estaría puenteada, no se complicaban.
Los niños bajaban del piso y llamaban al telefonillo para ponerse a hablar durante quince o veinte minutos.
A las 12: 30 de la noche oías a la gitana de arriba preguntar al marido a voces que si quería un café. Sí, un café a las tantas de la noche. Nunca entendí el porqué se hablaban a voces, como si cuando estuviesen juntos no se hablasen y al separarse de habitación tuviesen cosas super urgentes que decirse y por eso se vocearan unos a otros.
Y otro misterio que jamás resolví fue el misterio de los arrastres constantes de muebles de un sitio a otro a cualquier hora del día y la noche. Me supuse que serían los críos que arrastraban sillas o un tacataca.

Recuerdo que una noche llegué perjudicado de cojones, eran ferias, y había tomado drogas duras. Llevaba tal merluza que intenté abrir de madrugada la puerta de mi vecino de planta en vez de la mía. Al oírme hurgar en la cerradura la gitana abrió la puerta y en ese momento se me calló una moneda de dos euros que había confundido con la llave de mi casa. La puta moneda cayó de canto y rodó pasillo adentro entre la patas de la gitana que flipaba con la estampa. Y allí estaba yo pidiendo disculpas mientras en mi mente trataba de trazar un plan para salir airoso del asunto. Llamó al hijo, que era un cuarentón gordo que vivía con ella y me dijo que qué cojones estaba haciendo. Volví a pedir disculpas y del susto se me quitó un poco la torrija y pude encontrar la llave de mi puerta y meterme a salvo.

Un puto infierno. Los gitanos te echaban miradas de perdonavidas. Me desaparecía ropa del tendedero, cada vez le tocaba a un piso hacer la limpieza de toda la finca y se trasmitía el turno por medio de un cartón donde ponía "limpiar" que se colgaba en el pomo de la puerta del vecino. Pobre de mí como alguna vez me retrasase en limpiar las putas escaleras a los putos gitanos, me comían vivo las gitanas.

Aquello fue un infierno.



A mi un compañero de trabajo me contó una vez que empieza una noche a oír unos sonidos extraños en la escalera, como el paso de un caballo, al día siguiente, sale a currar, mira para arriba y se encuentra a un borrico en una terraza.
 
A mi un compañero de trabajo me contó una vez que empieza una noche a oír unos sonidos extraños en la escalera, como el paso de un caballo, al día siguiente, sale a currar, mira para arriba y se encuentra a un borrico en una terraza.
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A mí ya me han amenazado con pelea en mi barrio...voy progresando. Pero la tensión nerviosa me hizo estallar.

Lo mejor es "hacerse el sueco", no quiero terminar con un ojo morado.

Qué ascazo...en cuanto tenga la mínima oportunidad me largo de ahí.
 
Yo nunca he tenido problemas con mis vecinos, por lo tanto, creo que yo soy el vecino antipático... ya conté aquel episodio con las muelas del juicio donde les hice correr a más de uno hacia la seguridad de sus hogares y destrocé las zonas comunes... algún episodio más he tenido, pero como me he ido cambiando de casa muy a menudo pues tampoco tengo tiempo de empatizar con los otros seres que habitan mi mismo techo.

Tener vecinos es de pobres y yo jamás me he aguantado un pedo en el ascensor.
 
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